Supuestas mentiras que son verdades




Por: Karelis García
Corrupción en BIV. Una vez más la viveza criolla y la corrupción atenta contra una institución de tradición en el país. Nos referimos al caso del Banco Industrial de Venezuela (BIV), entidad bancaria que actualmente se encuentra intervenida por el Estado y cuyas responsabilidades aun no quieren sacar a la luz pública. La información proporcionada por fuentes internas y ligadas a la mencionada institución bancaria me aseguran que es sumamente bochornosa la causa de la debacle financiera de este banco.

Se trata de la altísima tasa de morosidad de créditos que tiene, y ustedes dirán ¿Cuál es el problema, si este es el fundamento primario para el desarrollo bancario? Es que estos créditos han sido requeridos por los mismísimos empleados para comprarse vehículos, línea blanca y pare usted de contar. Ahora el meollo del asunto es que estos trabajadores, sin tener un poco de ética y de identidad corporativa, se niegan a pagar los créditos, dejando estas deudas en el limbo. Y se supone que es ahí donde el Estado está haciendo averiguaciones.

¿Esto será por viveza, temor o saboteo por parte de los empleados que laboran en el cuestionado banco? ¿Acaso la adquisición del Banco de Venezuela refresca al Banco Industrial de Venezuela? Claro, esto es sólo una porción de la problemática que tiene actualmente el tradicional banco, más adelante seguiremos informando. Y mientras la fuerza laboral se niega a pagar los créditos adquiridos sintiendo temor de lo que vendrá por esta intervención, busquen a la alta gerencia en sus destinos favoritos de vacaciones. Una vez más las víctimas de la viveza criolla sigue siendo el mismo venezolano. ¡Qué pena!

Detrimento comercial. Un amigo comerciante me comentó sobre el agresivo deterioro comercial del país y de cómo los venezolanos se están acostumbrando a la escasez en todos los rubros. Hace semana y media viajó a Colombia y quedó asombrado con el nivel comercial de ese país pese al yugo bélico arrastrado en su lucha fronteriza con la guerrilla.

“Entré a los supermercados y había de todo en cantidades asombrosas. El comercio fluía y el dinero circulaba con gran facilidad. Fue entonces cuando recordé aquellos tiempos en los que en el país, pese a la tradicional corrupción, habían suficientes alimentos, medicinas, carros, repuestos, dólares y lo que fuera. Ahora andamos saltando aquí y allá para cubrir nuestras necesidades”.

En el pasado la familia venezolana, al igual que ahora, no tenía cómo cubrir los gastos de una clínica y debía cargar el pesado Vía Crucis de ir a un hospital. Las medicinas eran costosas, pero al menos se conseguían. Ahora simplemente no hay ni lo uno ni lo otro, en virtud de la única igualdad que promueve este Gobierno: ser igualmente pobres. El resentimiento, el vandalismo y la deficiencia se comen al país.

Calle y abrogatorio. A la par con la recolección de firmas en todo el país para solicitar un referendo Abrogatorio de las leyes inconsultas aprobadas en tiempo record por la Asamblea Nacional (AN), de la organización de unas elecciones primarias para establecer una tarjeta única de oposición, deben ir las acciones de calle amparadas en los artículos 333 y 350 de la Constitución. No demos por sentado que nada funcionará, pues sino ¿para qué enfrentarnos a esta hegemonía castro-comunista? Debemos apelar al sentido democrático, que poco o mucho, lleva cada venezolano en su interior, incluyendo a quienes integran las filas oficialistas. Y es necesario desmentir las afirmaciones de quienes llaman “guarimbas” a la protesta legítima de un pueblo hastiado y cansado del irrespeto a las leyes y a los derechos democráticos. “Guarimba” es imponer leyes y celebrarlas de forma vulgar en el Parlamento y en cadena nacional; cerrar medios arraigados al sentir popular y el linchamiento masivo de periodistas; así como mantener un discurso encendido contra quienes piensan distinto al Régimen. ¿Quiénes son los guarimberos aquí? El clarín de la democracia está sonando.




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