Ahora estoy solo, ahora me llevan a mi



Primero dijo: “No atiendas a lo que digo sino a lo que hago”, y yo me lo creí, porque siempre pensé que los políticos son sólo unos habladores de pistoladas, y no representaban mayor peligro; ellos a lo suyo y yo a lo mío.

Un día sacaron a Sofía Ímber del Museo de Arte Contemporáneo, pero como a mí los museos me ladillan, no me importó.

Después botaron a 18 mil trabajadores de PDVSA, pero me dije: “Es que también la vaina en PDVSA era insostenible”, y me callé.

Luego vino la matanza en la Plaza Altamira, pero como yo nunca estuve por allí, lo dejé de ese tamaño.

Cuando vi que Vargas no se recuperaría jamás, decidí no preocuparme y vacacionar en Margarita, porque, al fin y al cabo, yo no tenía familia en Vargas.

Se llevaron presos a varios militares disidentes, otros huyeron del país; pero, francamente, a mí nunca me gustaron los militares.

Comenzaron a acorralar a los periodistas. Pero bueno, ése es el oficio que ellos escogieron y tiene sus riesgos.

Cada vez que golpeaban a los que salían a marchar, como el día que una señora perdió un ojo, me dije: “Ya los tiempos de marchar pasaron, ¿qué hace una señora de esa edad metiéndose en vainas?”.

Hicieron preso a Carlos Ortega, pero como él es adeco y yo siempre les he tenido arrechera, no me preocupé; ellos son muy culpables de lo que está pasando.

Asesinaron a una señora en Altamira el día del Referendo Revocatorio, ¡qué mala suerte tuvo!

Cuando oí lo de la Reforma de la Educación, pensé que, en última instancia, puedo mandar a los niños a estudiar a los Estados Unidos, porque un poco de inglés no les viene mal.

Persiguieron con la “Lista Tascón”, a los empleados públicos que firmaron para solicitar el Referendo Revocatorio, pero, gracias a Dios, yo no trabajo para el gobierno.

Luego vino lo de Polar y Hacienda Santa Teresa, pero ésa es gente de plata; ellos sabrán cómo defenderse.

De los presos del Táchira no dije nada, aunque sabía que era una injusticia, porque, en todo lo que tiene que ver con el 11 de Abril del 2002, es mejor no meterse.

Masacraron a unos estudiantes en el barrio “Kennedy” y no protesté porque eran pobres; entre los pobres siempre pasan esas cosas.

Después vino lo de la toma de la hacienda La Marqueseña, pero en ese momento yo tenía unos negocios buenísimos con el gobierno; mi corazón es escuálido, pero mi bolsillo es chavista y hay que tratar de sacarles algo de dinero.

Abrieron procedimientos en contra de algunos canales, pero yo no soy dueño de medios y en ese momento andaba en otra cosa.

Ahora me llevan a mí, pero ya es demasiado tarde. Ahora estoy solo.

Laureano Márquez

CORTESIA DE VENEZUELA NOTICIA

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