Ahora estoy solo, ahora me llevan a mi
Primero dijo: “No atiendas a lo que digo sino a lo que hago”, y yo me lo creí, porque siempre pensé que los políticos son sólo unos habladores de pistoladas, y no representaban mayor peligro; ellos a lo suyo y yo a lo mío. Un día sacaron a Sofía Ímber del Museo de Arte Contemporáneo, pero como a mí los museos me ladillan, no me importó. Después botaron a 18 mil trabajadores de PDVSA, pero me dije: “Es que también la vaina en PDVSA era insostenible”, y me callé. Luego vino la matanza en la Plaza Altamira, pero como yo nunca estuve por allí, lo dejé de ese tamaño. Cuando vi que Vargas no se recuperaría jamás, decidí no preocuparme y vacacionar en Margarita, porque, al fin y al cabo, yo no tenía familia en Vargas. Se llevaron presos a varios militares disidentes, otros huyeron del país; pero, francamente, a mí nunca me gustaron los militares. Comenzaron a acorralar a los periodistas. Pero bueno, ése es el oficio que ellos escogieron y tiene sus riesgos. Cada vez que golpeaban a los que sa