Teoría de las ventanas rotas



En 1969, la Universidad de Stanford realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos de marca, modelo y color idénticos abandonados en la calle. Uno en plena zona roja y el otro en una urbanización opulenta. Como era de esperarse, uno de los carros fue desmantelado en el acto, mientras que el otro se mantuvo intacto.
Sin embargo, el experimento no finalizó ahí, cuando el auto de la zona exclusiva llevaba una semana impecable, los investigadores le rompieron un vidrio.
El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el arrabal, y el vandalismo destruyó el vehículo al instante.

¿Explicación? Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, de leyes y de reglas. Cada nuevo ataque al auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de violencia irracional se vuelve incontenible.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y a nadie le importa un carrizo, allí se generará el delito. Si se cometen "pequeñas faltas" (estacionarse en las aceras, tragarse la flecha, pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves (como aquí).

Esta teoría fue aplicada por primera vez en la insegura Nueva York de 1994. Se comenzó por limpiar la ciudad y se aplicó la llamada "cero tolerancia" contra todas las faltas por pequeñas que ellas fueran. La represión fue más contra el delito en sí, que contra el delincuente. El resultado práctico fue un enorme bajón de todos los índices criminales de la ciudad. Que oiga quien tiene oídos...


Ernesto García Mac Gregor /Médico /garciamacgregor@gmail.com

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