La cosa no es contra Colombia
La “inmadurez” diplomática de Chávez y su pandilla, la agresividad verbal contra Colombia y las voladuras de puentes fronterizos, son parte de la cortina de humo diseñada desde el búnker presidencial para desviar el centro de la atención pública nacional sobre el desastre de su gobierno y la abrupta caída de su popularidad.
La sampablera que ha montado el Presidente contra el vecino país persigue objetivos internos. Chávez sabe, tal como lo afirma Manuel Caballero, que los militares nuestros sólo han olido la pólvora en las fiestas patronales.
La guerra del comandante es contra su propia debacle. ¡Es un hecho! Su disminuida fuerza financiera para emborrachar a los venezolanos ha puesto al descubierto la catástrofe de su gestión. Los números que atormentan al comandante continúan hacia la baja, empujados por la incapacidad llevada al máximo grado y a la menor disponibilidad de recursos para el festín. El comandante de arcas menguadas sabe que no es tiempo de geopolítica continental mientras el rancho esté ardiendo; si no mira al interior del país, en poco tiempo será tan sólo un mal recuerdo.
Ni de lejos el mandamás quiere una guerra con Colombia, nadie más que él en este país sabe lo desigual de esa confrontación. Su retórica presidencial no puede esconder nuestra minusvalía militar frente a un ejército altamente equipado y con más de cinco décadas en guerra. La conflagración del Duce es contra el pueblo de Venezuela, y en consecuencia, se incrementará la persecución política, aumentará el número de presos sin el debido proceso, se aprobarán leyes en contravía de la Constitución. Con el cuento de la conspiración paraca buscarán destituir a los gobernadores del Zulia y Táchira, la garra dictatorial se aplicará sin mayor disimulo, porque la decisión es permanecer a costa de lo que sea. Nos toca armar una exitosa resistencia democrática o perecer en el intento.
Johel Salas /Trabajador social
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