Bolivarianos



Para muchos gobernantes nacionales, tanto del pasado como del presente, el Libertador ha sido, no un ejemplo, sino un pretexto. Se llenan la boca con su nombre y el bolsillo con su moneda. Salen del Gobierno con las manos llenas de dinero, pero su gestión pública está huérfana de obras útiles. No llegan al poder para servirle al pueblo, sino para llenarse de vanidad, de insolencias y de mentiras.
El Libertador ha sido más burlado que imitado, pero qué lejos han estado y están de aproximarse a su honestidad y patriotismo. Fingen ser patriotas pero destruyen con los pies lo que falsamente pregonan con sus palabras. El nombre de Bolívar ha sido utilizado por ellos para insinuar que siguen sus doctrinas y su ejemplo, aunque en verdad se parecen a Boves. En vez de bolivarianos deberían ser llamados hijos de... Boves, no de Bolívar.

Cuando se repasa la historia de Venezuela se observa el elevado número de gobernantes que, en vez de conducir el país por caminos de grandeza, como correspondió a la generación libertadora, la han conducido hacia la conveniencia personal de cada uno de ellos. Tengo para mí que a través del proceso histórico, a partir de la Independencia, más se han sentado en el solio presidencial demonios que ángeles, feroces que mansos, los ignorantes y no los sabios. El culto a Bolívar ha sido más un pretexto que una devoción, una mentira y no una realidad. Nadie puede esconderse detrás del nombre del Libertador y menos aún los que pretenden usurpar su gentilicio para darle nombre a sus actividades políticas. Porque Bolívar nació rico y murió pobre, mientras que otros que fingen enrolarse en su doctrina, nacieron pobres y en la política han encontrado lo que en realidad disimulan aspirar.

Bolivariano no es el que dice serlo, como no es inteligente el que cree estar dotado de sabiduría. Cuando Bolívar hablaba enseñaba, es decir, transmitía conocimientos. Hoy en día, desde las alturas del poder, los funcionarios hacen esfuerzos vanos para que quienes escuchen los consideren inteligentes, pero el pueblo, aun aquellos que no han tenido oportunidad de aprender a leer y escribir, están dotados de instintos y habilidades para diferenciar la verdad, de la mentira, lo cierto, de lo falso, lo bueno, de lo malo.

Pueden gritar el nombre del Libertador, pero lo que nunca podrán probar es imitar su patriotismo y su honestidad.


Fernando Chumaceiro /Ex alcalde de Maracaibo /fchuma2009@live.com
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