Pobres y pobreza
Israel Fernández Amaya
Tal y como se repite constantemente, los pobres no originan la pobreza, otros son sus generadores, ellos la sufren y llevan en sus hombros el peso de la indignidad que ese flagelo les inflinge.
Ser pobre y padecer pobreza, es malo, ¡claro que es malo!.Y en el caso venezolano es peor, pues un país al cual la naturaleza le privilegió con inmensas riquezas, ha utilizado éstas para sembrar de miseria a la mayoría de sus pobladores. Hay riquezas, pero el país es pobre.
Los números no mienten y la realidad es evidente: la única industria que mueve a Venezuela es la petrolera y está en ruina, no sólo económica, sino moral; el régimen la transformó en una Caja Grande, en un desaguadero de sus improvisaciones y compradora de conciencias, de soborno social nacional e internacional, olvidando su supervivencia como industria, en lo técnico y económico, llegando hoy a limites de insolvencia tal que el gobierno arrebata a terceros sus pertenencias sin pagar aun un céntimo.
Tenemos una grave responsabilidad incumplida, que debemos honrar todos aquellos que podemos hacer algo: ilustrar a quienes aún, siendo hoy más pobres, se aferran a la esperanza y vivencia de la limosna social y soborno social.
En estas vacaciones los jóvenes liceístas y universitarios deben constituirse en brigadas aleccionadoras de lo que pasa en el país y sobre todo en la educación, trampa social que el régimen tiende con leyes que sólo procuran pobreza intelectual, adoctrinamiento, control y sometimiento social.
Hacer algo es mucho si hay voluntad e inconformidad. Aun estamos a tiempo. La familia y la juventud son nuestras esperanzas.
Para quienes están conscientes de esta realidad, no es necesaria mas ilustración; la obligación es para con nuestros pobres de espíritu, de conocimientos, de iniciativas y sobre todo, pobres de dignidad. Rescatarlos es imprescindible, pues el oscurantismo que se está generando requiere solidaridad y determinación.
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