Cuando veas las barbas de tu vecino arder...



Bajo ningún concepto puedo justificar un golpe de Estado, porque sin temor alguno puedo asegurar que lo ocurrido en Honduras fue un golpe de Estado. Tan golpe de Estado como el acaecido del 11 de abril de 2001 en Venezuela. Podríamos llamarlos golpes de Estado posmodernistas, que encuentran asidero legal en la criminalización -justificada o no- del mandatario derrocado; así como respaldo moral en el profundo descontento y temor de diferentes e importantes sectores de un país por ver comprometidos sus intereses.

A Zelaya, como a muchos dirigentes de países vecinos, se le acusa formalmente de corrupción, abuso de autoridad, traición a la patria y usurpación de funciones; pero sobre todo, se le pasa factura por la exclusión económica y social de diferentes sectores de Honduras, además de su marcada ineptitud como gobernante. Al igual que las dictaduras posmodernistas, como la que lidera Hugo Rafael, los golpes de Estado posmodernistas tratan de ajustarse a derecho -guisado o no- y mantener las “formas” de cara a los medios y al hacer internacional globalizado.

No obstante, al igual que las dictaduras posmodernistas, dejan ven sus costuras y clara ralea autoritarista. Así a Zelaya, al mejor estilo antiguo, lo sacaron a tiros de su cama en la madrugada y lo montaron en un avión hacia el exilio. Ulteriormente, el Congreso hondureño hizo lo suyo en un torpe intento de mantener el hilo constitucional aparente. Del mismo modo, Hugo Rafael, usando artilugios legales, sustrae el poder al alcalde metropolitano de Caracas o instaura un paquete de leyes rechazadas en el referendo del 2007, burlándose de la decisión soberana.

Nos preguntaremos qué hace Hugo Rafael tan conmovido por la situación de Zelaya, reuniéndose acá y allá, pidiendo a la OEA la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, sugiriendo un embargo económico e instando a una intervención militar por parte de la ONU cueste lo que cueste -hablo de sangre y vidas del pueblo hondureño, claro está-. Pues bueno, el comandante se identifica plenamente con Zelaya: abuso de poder, arbitrariedad, exclusión de sectores sociales y actores políticos, corrupción e ineptitud. Por eso, “cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo, pana”. Que conste, no estamos invitando a un golpe de Estado, nuestra naturaleza democrática no permite esas licencias.


- Oscar Doval /Médico



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