Querido Niño Jesús:


Hace una semana te llegó por allá un amigo mío que se llama Manuel Bermúdez. Estoy segura de que están arrepentidos de no haberlo llamado antes, pues lo deben estar pasando muy bien con su conversación encantadora, sus comentarios pícaros y su discurso lleno de sabiduría.

Yo he estado pensando en todo lo que te he pedido que me traigas todos estos años y también en todo lo que te he pedido que te lleves. Como ni me has traído y tampoco te has llevado nada de lo que te he pedido, me he puesto a pensar por qué ha pasado eso y he llegado a la conclusión de que para que esas felices circunstancias se den, aquí hay que cambiar muchas cosas. Y menos mal que está Manuel allá contigo para que te lo explique, a fin de cuentas, él es “el señor de las palabras”.

¿Cómo vamos a prosperar aquí, Niño Jesús, si vivimos en un perenne barranco? Nos pasamos de la raya en todo, pero nos quejamos si son otros quienes se pasan. El bochinche es una de nuestras características más marcadas y a quienes cumplen las normas los consideramos pendejos (y eso por no usar otra palabra aun más adecuada).

Aquí los ñángaras viven como capitalistas y muchos capitalistas hacen negocios con los ñángaras sin ningún problema. Negocio mata principio. Ciertas autoridades practican sin vergüenza la matraca y otros tantos ciudadanos -que se quejan de esta situación- son los primeros en matraquear.

Dile a Manuel que te cuente, Niño Jesús, que aquí el despelote es una manera de vivir y siempre hay un pasao que se colea, un rolo 'e vivo que le saca punta hasta a una bola de billar, un tracalero que no tiene piedad ni con su propia familia y un tiquismiqui que destroza la reputación de cualquiera que le pase por delante.

Manuel te explicará con detalle y encanto, como cuando leía las actas de las reuniones de la academia, que nada va a cambiar mientras no erradiquemos de nuestro interior al malandro, al pantallero, al cobero, al mentiroso (por respeto no te digo cómo le decimos aquí), al manguareante, al metiche, al echón… a todo lo que nos parece fu en otros y somos incapaces de ver en nosotros mismos. Por supuesto que cuando esas condiciones se dan en quienes tienen el poder, el daño que hacen se potencia.

Te pido, entonces, que nos ayudes a cambiar, a cambiar nuestros paradigmas. Y a Manuel mándale un abrazo y reitérale lo mucho que lo vamos a extrañar.

Carolina Jaimes Branger /Periodista /carolinajaimesbranger@gmail.com
Cortesia Diario la Verdad

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