La Inseguridad para el Gobierno pasó de “sensación” a “crimen”




“Derrotemos ese enemigo de la revolución que es el crimen: desde el raterito, hasta los que se organizan mucho mejor para atracar bancos, secuestrar personas, asesinar y los paramilitares”, no piensen que estas palabras las pronunció algún dirigente de la oposición, ni mucho menos alguien de la sociedad civil. Fue el mismo Presidente de la República, el hombre del poder desde hace casi 11 años, el que maneja todo, el que ordena, el que lleva las riendas en Venezuela quien pidió, o mejor dicho ¡clamó! Por seguridad. Lo declaró delante de su ministro de Interior y Justicia, Tarek El Aissami, que lo ayudaran a derrotar la inseguridad, pues para él (a lo mejor eso fue lo único que lo motivó), “el crimen es enemigo de la revolución”… y que tarde para darse cuenta.

No decimos que tarde, porque el freno hay que ponerlo, sino porque esta confesión la viene haciendo el pueblo de Venezuela, con mucho dolor y con fuerza, desde hace unos cinco años, cuando el crimen tomó más fuerza en el país, sin que las autoridades competentes lo consideraran un mal, pues hasta la señora Defensora del Pueblo abrió su boca para decir la triste frase que “la inseguridad es una sensación en Venezuela”.

Y no es un antojo escuálido hablar de la inseguridad, sino que tomando las referencias del propio Gobierno, hasta cuando las dieron a conocer, tenemos que la ex PTJ (Policía Técnica Judicial), ahora Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC) en 1999 en el país se cometieron 2 mil 474 asesinatos, pero el organismo, que sólo cambió de nombre, declaró para 2008 13 mil 780 asesinatos, a lo que Roberto Briceño León, destacado sociólogo venezolano, director del Observatorio Venezolano de Violencia se lo endilga “a la crisis institucional y la violencia política”.

Ciertamente la violencia política ha ido en aumento en Venezuela, de una forma desmedida en los últimos dos años, cuando el vandalismo se ha apoderado hasta de las zonas rurales. ¿Qué decir de un país si su Ministro, encargado de la seguridad nacional reconoce que los cuerpos policiales albergan al menos 0 % de los asesinos?

Y es así, puesto que el propio Tarek El Aissamei, en el programa dominical del Presidente de la República confesó que “del total de delitos registrados nacionalmente, entre 15% y 20% son cometidos por funcionarios policiales, sobre todo los delitos que comportan más violencia: homicidio y secuestro”. ¿Entonces qué le queda al desamparado pueblo?, ¿en quién o quiénes confiar?, ¿en esa Policía Nacional formada en unos tres meses? “Éramos pocos y parió la abuela” reza el criollísimo refrán.

Briceño León cuestiona la facilidad como la gente adquiere armas. Y en efecto, nunca antes en la historia venezolana había habido tanto armamento en poder de la gente y, lo peor, sin que exista un registro de cuántas, cuáles y dónde están. Tampoco hay en el Gobierno una política de desarme, sino más bien de armar, hasta a quienes ni siquiera saben manejarlas.

Círculos Bolivarianos… ¿comienzo del pueblo armado?

Para muchos el incremento de armas en poder del pueblo comenzó con la conformación de los llamados Círculos Bolivarianos, tan cuestionados en su momento, pues se decía de enseñanzas en el manejo de armas de fuego a niños, niñas y adolescentes. Muchas fueron las gráficas que circularon por los medios e internet de muchachos encapuchados detonando sus armas, los alumnos de un liceo del 23 de Enero en Caracas, por ejemplo, recorrieron el mundo.

Pero el problema se ha escapado de las manos pues en cualquier rincón de Venezuela ocurren asaltos perpetrados por jóvenes, con potentes armas… Otros viles secuestros y asesinatos en serie, orquestados por los propios funcionarios policiales. ¿Recuerdos?, los más dolorosos el de los hermanitos Faddoul y su chofer, sin dejar a un lado del reportero gráfico de El Mundo, Jorge Aguirre, ambos casos ocurridos hacer tres años, en 2006.

Cada fin de semana mueren más de 100 venezolanos por la violencia
Sin estar en guerra, se puede asegurar, aunque el Gobierno prohibió a sus organismos dar las estadísticas, los medios de comunicación, por visitas a las morgues han podido concluir que cada fin de semana en Venezuela son víctimas de la violencia unos 100 ciudadanos, como mínimo. De allí que el OVV (Observatorio Venezolano de la Violencia) sostenga que en el país ocurren unos 100 homicidios por cada 100 mil habitantes, cifra record en el mundo, pues la tasa del planeta es de nueve asesinatos por igual número (100 mil).

Tal vez el clamor del Presidente de la República, esta primera semana de diciembre de decirle a su ministro Tarek El Aissami que “hay que organizar equipos especiales para cada delito” sea escuchado. “tenemos que organizarnos mejor, así como en la guerra”, aludió el Presidente que se ha dado cuenta que “el crimen es enemigo de la revolución” por él liderada.

Roberto Briceño León ha definido lo que, según sus valiosos estudios, ha conducido a Venezuela a ser uno de los países con la más alta tasa de criminalidad en el mundo.

“Alimentan la violencia la facilidad de disponer armas de fuego en el país. Aquí todo el mundo puede comprar un arma”. Asegura que la fatalidad aumenta “con el tráfico de drogas, el consumo de alcohol, la corrupción en los cuerpos policiales y la impunidad del Poder Judicial”.

Sin dejar a un lado “la desigualdad económica y el efecto combinado del incremento de la cobertura de la educación y el desempleo”. Sostiene que no existe una política de Estado para combatir la delincuencia y “los pocos esfuerzos preventivos que agravan la situación en Venezuela”.

Rebatiña de armas
Los estudiosos de este mal que se incrementa en Venezuela coinciden que el desmedido incremento de armas en la población es lo que coloca al país con altísima tasa de asesinatos. Andrés Antillano, criminólogo, asegura que “el descontrol sobre las armas, la crisis política e institucional, la exclusión, sobre todo de los jóvenes, ha incidido en el crecimiento de los índices delictivos”. Cree que la reducción de los asesinatos se daría si se cumplen algunas cosas.

“Trabajar en la inclusión social que combata, sobre todo las improductividad de la población joven, víctima y victimaria. El desarme de la población y una reforma policial de veras y a fondo”. Para Andrés Antillano la policía de ahora “no mejora, sino que empeora”.

País peligroso

Aunque al Gobierno le moleste, Venezuela es considerada un país de alto índice de peligrosidad. Los robos y asesinatos ocurren a diario y en cifras alarmantes. A eso se unen los secuestros que no se resuelven, los que no se conocen, la ineficacia policial y judicial nos colocan como país poco atractivo para el turismo, sin hablar de la guerra interna, planteada desde el Ejecutivo, como una batalla a muerte, por lo que se ha armado a una milicia para combatir internamente primero, y después contra la hermana República de Colombia.

¿Cómo entonces acusar a los Estados Unidos como un país bélico por la guerra de Irak, si aquí tenemos a diario más muertos que en ese país donde existe confrontación? En cualquier comparación internacional Venezuela aparece entre los tres países más peligrosos del mundo.

La cuna de los Chávez record en secuestros
¿Qué se puede decir del país, si el estado Barinas, donde nació el Presidente y gobernada desde hace más de 10 años por su familia, tiene el más alto índice de secuestros? Nada. Que quien no ha podido ser profeta en su tierra no podrá serlo de ninguna otra parte.

Inclusive, el gobierno de Colombia denuncia que en Barinas hay asentamiento de las FARC, protegidos por el ejército venezolano. Llegó Barinas a superar al Zulia en este tipo de tristes actos delictivos, incluyendo a los menores de edad plagiados de sus hogares.

Barinas tiene casi 11 años gobernada por los Chávez, primero fue el papá del Presidente, Hugo de los Reyes y ahora es Adán, su hermano mayor, ellos, se supone, han tenido “vara alta” para ejercer bien, sin embargo, el estado luce en el peor de los abandonos, con elevados índices de secuestros y asesinatos, todos impunes. Pero ejemplo, nunca antes había habido.

Jóvenes asesinados

Lo más lamentable de lo que ocurre en Venezuela es que 90% de los asesinados son jóvenes, según se desprende de declaraciones dadas por el comisario Elisio Guzmán, director de PoliMiranda, quien sostuvo que esos asesinatos son en personas menores de 25 años, el futuro de cualquier país.

Policías choros

Y, ¿cómo pedirle a los policías que sean nuestros custodios, si ellos mismos no saben cuidar sus cosas? En efecto, días atrás causó estupor observar en los medios la noticia de unos televisores desaparecidos de una división del CICPC. ¿Qué queda entonces para el ciudadano de a pié si ellos mismos se autocalifican de choros vulgares y corrientes?

Y es que nuestra flamante policía científica incautó unos 500 televisores (la división contra hurtos) en la autopista Caracas-Guarenas provenientes de México y Panamá. El propietario de la mercancía, tras demostrar en tribunales la legalidad de los aparatos, recurrió al Ministerio Público para la entrega y su sorpresa fue grande cuando apenas le dieron 85, pues los otros “fueron hurtados dentro de la división contra hurtos del CICPC”, ¡de comiquitas pues!

Policías asesinados
Pero si se denuncian policías choros, también hay que describir los funcionarios víctimas del hampa que han sido asesinados y, en lo que va de 2009, en Venezuela se habla de 52 gendarmes vilmente fulminados.

¿Sensación?... ¡Realidad!
Cuando la Defensora del pueblo Gabriela Ramírez dijo en julio de este año que la inseguridad en Venezuela era “una cuestión de sensación”, casi que se burlaba del pueblo que ella está llamada a defender. Por eso, Rafael Rivero Muñoz, que por cierto no es pariente nuestro explicó, que según la última información, disponible, de inseguridad en el país se dice que “98% de los homicidios son por armas de fuego, que 60% de los cadáveres que llegan a las morgues presentan heridas por cinco o más disparos. Que en 36% de los casos registrados se tratan de víctimas entre 15 y 29 años y que, de mantener el registro del primer semestre del año en curso, llegaremos a finales de 2009 con la triste realidad de 18 mil 436 homicidios”.

Mal podría la señora Defensora del Pueblo hablar de una sensación de inseguridad, pues en Venezuela hay una cifra media de 40 muertes diarias, hasta 2008. Estamos hablando de un asesinato cada 37 minutos, ¿es eso sensación o realidad?

Tristes comparaciones
Las estadísticas muestran que la revolución añeja de Fidel Castro, en 612 meses de gestión, fusiló, en paredones, a una cantidad de 20 mil compatriotas. O sea, un promedio de 32 mensuales.

Si comparamos los muertos de la revolución cubana, con los de la revolución chavista, concluiremos que la nuestra lleva una ventaja asombrosa, en casi la cuarta parte del tiempo en el ejercicio del poder, sin fusilamientos dirigidos, sin paredón, la bolivariana supera a la castrista, pues hablamos de mil 342 asesinados mensualmente, sin que existan juicios, con sentencias firmes… es más, muchos asesinos andan en perfecta libertad, como el caso del cabeza mayor de La Piedrita, Valentín Santana, quien según la señora Luisa Ortega Díaz, Fiscal general de la República, se le acusa de unos al menos seguros tres asesinatos.

¿Será Estados Unidos el culpable de nuestros asesinados?
No es de extrañar que un día de estos el ministro Tarek El Aissami salga acusando al gobierno de Barack Obama de los asesinatos que ocurren en el país. Total, ¿qué más da echarle otra culpa a los yanquis de las irresponsabilidades de la revolución?

Y es que el Gobierno venezolano, en lugar de brindar paz y seguridad, culpa a los Estados Unidos de sus inoperancias e ineficiencias. ¿Acaso fue Bush el que prohibió a los organismos de seguridad dar las cifras diarias de muertos?, ¡Ah, eso sí, hurgamos para conocer cuantos asesinaron en Irak!

Al menos en eso Iris Varela es sincera cuando habla de “la inseguridad que se vive en el país”, aunque sea para culpar a César Pérez Vivas, con menos de un año en el medio mando de Táchira, de todos los males de la República. Pero ella habla de inseguridad, lo contrario de Tarek El Aissami y Gabriela Ramírez que sólo sienten eso como una “sensación ocasionada por los medios de comunicación”.

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