Navidad desnuda
Volvió a trillar el escenario con la expresión "aquí huele a azufre". Debe ser que no se ha dado cuenta que el olor emana de sus caros trajes, los que exhibe ante sus pares del mundo cada vez que acude a esas "fastidiosísimas reuniones donde llevan todo cocinado y no se resuelve nada". No se pierde una sola. Demuestra su capacidad para hacer el ridículo y sus carencias de todo orden, vergonzosas para el país, el que sólo le importa para continuar saqueándole sus riquezas.
Traslada a sus tarifados simpatizantes de un evento a otro, haciéndose de un auditorio donde expone su vulgar verborrea. Cierra otro año de diatribas y fracasos. La crisis bancaria cuyo único autor es él, de la que quiso escapar al trasladarse a Copenhague para decirle a Obama las mismas sandeces que le expresaba a Bush, lo persigue mientras se incrementa la crisis que de todo orden afinca sus garras sobre el país y de la que no escapará.
Un corrupto que sólo en un gobierno suyo pudo ser ministro de Educación, es ahora uno de los nuevos ricos, mediante su amparo, soltando sapos y culebras, haciendo gala de su ignorancia manifestó en discurso pronunciado en la conmemoración de la muerte de el Libertador, "que había que esbaratar (en vez de desbaratar) a gobernadores y alcaldías para darle paso al poder comunal.
El mono como de costumbre buscando siempre una rama donde guindarse, no se le ocurrió pensar que el agitador de oficio una vez haber retornado de librar la batalla de sus atrocidades verbales, lo colocaría en el rincón de los impertinentes, al expresar que gobernaciones y alcaldías son vitales para el sistema democrático. Demagogia o no, el orador dueño de prontuario voluminoso quedó desautorizado. Estamos en Navidad, la que para muchos será de grandes limitaciones que harán difícil la celebración en familia.
La diferencia entre un Estado rico expoliado por la banda que lo gobierna y la pobreza de sus habitantes, que no reciben ni migajas de esa riqueza acentúa las necesidades. Igual ocurre con la miseria humana de quienes teniéndolo todo son indiferentes, creyendo que sus riquezas se las llevarán en las urnas, siendo ésta una ofensa al significado que tiene la llegada de la Navidad. Nuestro deseo por unas felices pascuas para los buenos.
Alberto Pineda
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