Sea decente
El nudo crítico de esta ciudad es la indecencia. Esa forma de comportarnos que nos hace insoportable la convivencia y fastidiosa la existencia. Necesitamos ser una urbe más decente, feliz e integradora.
Ser decente en este caso no significa que eliminemos de nuestro vocabulario las palabras obscenas, ser decente es no ocupar dos espacios con un mismo vehículo en el estacionamiento. Ser decente no es procurar que tu casa brille de salubridad y orden, mientras no te importa el chiquero en que conviertes tu entorno. Ser decente es entender que nuestra casa grande es la ciudad para convertirnos en cómplice de su desarrollo.
Ser decente no es mantener una privación de beata puritana en un joven cuerpo de mujer a punto de ebullición. Ser decente es consumar el sexo sin que esto te cueste la salud, la vida, ni eso que llaman "niños por accidente". Ser decente no es que seas abstemio, es que cuando tengas más ganas de beber que de vivir, no jodas a los otros.
Ser decente es que dejes el corneteo desaforado en las colas. No te dais cuenta que por mucha corneta que suenes, la cola seguirá su mismo ritmo. Ser decente es ser paciente. Ser decente es declararle la guerra sin cuartel a la ignorancia. Ser decente es que si te da la gana pongas el musicón a todo volumen, siempre que todos estén de acuerdo.
Ser decente es reflexionar sobre nuestro comportamiento si por lo menos a una persona molestamos. Ser decente es conspirar con la felicidad, es aborrecer la tristeza y el lloriqueo. Ser decente es resolver nuestros conflictos con los otros por medio de la palabra y el raciocinio, el uso de la violencia es para estupidos cobardes.
Ser decente es ser valientes. Ser decente es creer en nuestras ideas sin que la pensemos como verdades absolutas, es ponernos con franqueza en el lugar de los otros, abiertos a la posibilidad de que el equivocado podamos ser nosotros.
Ser decente es ser solidario, es sentir preocupación por el dolor de los otros y no escondernos frente a la miseria en nuestros trajes de marca. Ser decente es hacerle entre todos un cerco a la pobreza. Ser decente es ser libre de sujeciones externas que buscan encarcelar nuestras conciencias, es no quedarse callado, "es mejor perder el habla que temer hablar". Ser decente es no ser tan tarado en el poder. Ser decente es en resumen y en definitiva: no ser como Esteban.
Johel Salas /Trabajador Social
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