LAS PULSERAS DEL SEXO



Papá, tu que viviste en la época de Chávez le podrías contar a mis amigos como fue que se desmoronó ese gobierno?.
Pues claro que si Juan, aunque después de veinte años ya muchos detalles se me olvidan. El tiempo no perdona. Pero pónganse cómodos que la cosa es larga. Los amigos de Juan sonrieron, el ambiente de la casa era fresco y tranquilo. Era una de esas noches de Mayo recién llovida.
Todo comenzó, dijo el viejo, cuando en 2010, en Brasil, empezaron unos jóvenes a usar unas pulseras de colores y ese inocente adorno se convirtió en un juego de sexo. El gobierno de Brasil lo prohibió, pues ocurrieron varios problemas por las incitantes pulseras, pero no sirvió de mucho. La fiebre se trasladó a Venezuela como si fuese peste y pronto los jóvenes y después los maduros cayeron en el vicio del juego. También se prohibió en Venezuela, pero la gente empezó a usar camisas y blusas manga larga y se las arremangaban para mostrarlas cuando era el momento adecuado. El juego consistía en que se llevaban muchísimas pulseras de diferentes colores, delgadas y de plástico. Cada color tenía un código sexual y si tú rompías una de las pulseras la persona que las llevaba estaba obligada a hacer lo que el color decía. Si era amarilla un abrazo, si era naranja un beso en la boca, si era morada sexo ligero y así hasta llegar al negro donde no habían límites.

Se volvió práctica común en el trabajo, en el metro y los buses, en las bodegas y supermercados, en los centros comerciales y en los parques y plazas. Era usual ver a un joven detrás de una chica riendo hasta que le rompía una pulserita o una dama madura mostrándole las tentadoras pulseras a un tipo joven. La nueva actividad opacó todo y las personas hasta se olvidaron del problema eléctrico, del azúcar y de la inflación.

Al principio Chávez se alegró del nuevo ambiente pero pronto cambió de opinión. Sucedió que una de las variantes del juego consistía en que un chavista le rompía una pulserita a una chica de oposición con lo que se establecía la obligatoria recompensa. Igual cosa sucedía al revés y los opositores perseguían a las jóvenes rojitas para enamorarlas. En poco tiempo la interrelación no solo de amistad sino intima entre los dos bandos era tan profunda que olvidaron de sus diferencias. La puntilla fue cuando Aristóbulo le quitó una pulserita de alto vuelo a María Corina y Henry Ramos hizo lo propio con Lina Ron.
Y así Chávez, al ver su proyecto perdido y ya inútil su discurso divisorio, se marchó a alguna parte y se escondió tan bien que hasta la fecha es un misterio.

Despierta Juan, chilló la voz de la mujer, cada vez que juegas dominó con tus amigos te quedas dormido. Párate que ya es tarde y tienes que llevar a Yuleidy con mamá.

Juan Bimba se levantó en silencio. Que sueño loco pensó. Pero que resultado tan bueno.



Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es

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