Lo del 19 de abril fue un golpe





La multitud iba por las calles gritando consignas: "¡Abajo el imperio! ¡Muera! ¡Viva! ¡Que se vaya! ¡Que se joda! ¡Agarrénlo!" Delante de la masa informe iban los concejales cantando: "¡Se va, se va, se va!" Mientras tanto el hombre que más mandaba en aquellas tierras estaba lívido, que digo lívido, estaba realmente chorreado. Quiso correr, pero fue empujado por un tipo vestido con sotana para que se enfrentara a la multitud enardecida.

El hombre, militar para más seña, hizo gestos desesperados a otro militar barrigón que estaba en una esquina y le grito: "¡Tiburón! ¡Tiburón 2!", pero el gordo se hacía el loco. Sus allegados habían salido del balcón, antiguamente llamado del pueblo, cuando todos celebraban los días de fervor monárquico.

Entonces se dirigió al soberano, que se le encimaba con pitos, consignas y los gritos de "¡Emparan vete ya!" y les dijo: "¡Señores, ¿están vuestras mercedes contentos conmigo? ¿Quieren vuestras mercedes que les gobierne?". Allí fue cuando unos tipos que venían desde un barrio que luego se llamó “19 de abril”, luego “18 de octubre”, después pasó a llamarse "23 de enero" y hay quienes ahora piensan en llamarlo “4 de febrero”, muy arrechos le tiraron conchas de naranjas, ya no se usaban los tomates, pues al ser monopolizados por la compañía Guipuzcoana alcanzaban un precio exorbitante de 30 reales.

El hombre que mentaban Emparan asumió una pose como de sobra&39;o, pensando que algunos de sus conmilitones infiltrados en la muchedumbre iba hacer torcer la voluntad de la multitud. Pero el cura que estaba a su espalda le empezó a pelar los ojos a la gente, aunque esta no agarraba las señas y más bien las malinterpretaba y pensaba que el cura le hacía señales impúdicas, entonces este pensando para sus adentro: "Que huevones", porque el cura era chileno y su apellido era Madariaga, les hizo señales con el dedo indicándole que dijeran que "no".

La gente al fin entendió y grito: “Pana, no insistas. ¡No te queremos!” .De esta manera el capitán general, que había sido antes teniente coronel, les dijo con fastidio: "¡Pues yo tampoco quiero poder o mando!". Y volviéndose al cura gimió y musitó, casi imperceptiblemente: "Perdónenme, por favor, perdónenme. Hubiese preferido otra muerte".

Este fue el primer golpe de Estado que tuvo lugar en el país y fue exitoso como ninguno, pero claro, lo dieron los civiles.


Ender Arenas

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