La espada y el burro



Estoy viendo en TV al Presidente otorgando una de las tantas copias de la espada de Bolívar a la visita de turno, en este caso al presidente uruguayo José “Pepe” Mujica.

Para el 19 de abril vendrán hasta 10 presidentes de la región y seguramente le darán su espada a cada uno. Como no se llevan registros de tales ceremonias, seguramente más de uno de los dignatarios visitantes va a llegar a tener más de una.
Aclaremos que tal ha sido la desmesura en esta vaina de entregar espadas de Bolívar a cuanto tipo llegue al país con una banda terciada de presidente, que si a los dictadores Mugabe o Lukashenko se les ocurriera venir de nuevo, llegarían a tener tres espadas, lo que significa todo un récord. De paso, las espadas no son hojillas Prestobarba, cada espada cuesta 184 mil Bs.F.

Sin embargo, de todos los que nos han visitado, ha sido Mujica quien mejor ha descrito su relación con Venezuela. Primero su mirada sobre la espada; estaba sorprendido, como diciendo: “Esta vaina no puede ser la espada de un guerrero”, y no lo es, “Pepe”, esa copia es la llamada “Espada de Perú”, la verdadera espada de Bolívar era distinta, era de verdad: una espada-sable de hoja de acero de 0,84 centímetros de largo y 0,035 centímetros de ancho.

En segundo lugar, Mujica ha confesado su condición de chulo, igual que muchos de los que han venido, vienen y vendrán: “Los burros son animales inteligentes porque nunca olvidan donde comen”. Confieso que esta frase cambió todos mis paradigmas, pues de muchacho he sentido admiración por estos animales. Recuerdo el primero: Pepe Trueno, burrito muy sensible e inteligente, por lo menos, más que Tiro Loco McGraw. También el burrito sabanero se ganó mi admiración.

Además, mi abuelo me contaba cosas increíbles sobre los burros, por ejemplo: “La cola del burro es buena para la tosferina y para la picá de alacrán” (si lo hubiera sabido Müller Rojas tal vez todavía estuviera en el PSUV). Y en algún momento de mi vida, tal vez en el vientre de mi madre, debí escuchar una canción que decía: “A mi burro, a mi burro / le duele la cabeza / y el médico le ha puesto / una gorrita negra”. Pero la frase de Mujica me ha llenado de angustia.

Actualmente hay en el mundo 44 millones de burros, una cifra que resulta jodidísima si esos burros se acuerdan de que en Venezuela hay para todos, menos para nosotros.


Énder Arenas Barrios

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