Omar, el fastidioso
"Yo mando porque me da la gana,
por obsceno placer,
Porque me sale de los cojones"
Diario del enano
Eduardo Liendo
La primera noción que tuve de Omar Prieto como alcalde de San Francisco, fue un miércoles como a las nueve de la mañana. También pudo ser jueves, en fin ese día, yo iba para la Facultad de Economía y justo en el semáforo de Cecilio Acosta con Delicias una caravana de tres o cuatro camionetotas, de esas que tanto le gustan a los oficialistas y demás miembros del Gobierno, seguido de una docena de policías motorizados vestidos con unos pantalones que me parecieron verde, trancaron el tránsito y pasaron raudo al sur (el señor que vende La Verdad en la esquina dijo: ¡Vergación no somos y ya pringamos, expresión maracucha que traduce como "nos vamos instalando en el poder y ya empezamos a joder a los demás".
Omar el alcalde, llegó a la Alcaldía, valga la redundancia, se instaló y en lugar de ejercer el Gobierno de ese municipio se ha puesto a ejercer el poder. Ustedes dirán: ¿Es que hay diferencias? Las hay. El gobierno se ejerce para resolver los asuntos de la comunidad que se gobierna, el poder se usa para joder hasta decir basta a la misma comunidad que se pretendía gobernar y que ahora se fastidia.
Aquí llegamos al punto. Omar es un error, una metida de pata, una soberbia disfrazada de política cometida, ¡válgame Dios! por Manuel Rosales, quien se echó al pico a Julio Montoya y se fue con todo con Ángel Sánchez, un dirigente de la cual no voy a poner en duda sus cualidades como hombre de partido, pero que en eso de dirigir a las masas parece un personaje del cine mudo. Dicen que cuando Prieto se enteró de la decisión de Rosales de apoyar a Sánchez grito, reverencialmente: ¡Dios es grande!
Ahora Omar manda y como suele suceder manda mal. Él vive en Maracaibo, pero jode en San Francisco. Parecido al personaje José Niebla de la novela de Eduardo Liendo:Diario del enano, desarrolla una capacidad asombrosa para combinar de manera perfecta: maldad, ineficiencia y esa pizca de ignorancia e infantilismo que le hace creer de verdad, verdad, que se la está comiendo. Pero, bueno, una cosa si es cierta: Omar pasará a la historia como el único gobernante en la historia del mundo de haber expropiado con aspavientos de gran gesta revolucionaria las calaveras de varias centenas de muertos que hoy reposan en Jardines de la Chinita.
Énder Arenas Barrios /Sociólogo
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