¿Burundanga?




La primera acepción del Drae para la palabra candanga es “diablo”. Pero aquí en Venezuela candanga es algo que está que arde, que es un problemón, que es difícil. El nombre, entonces, no pudo estar mejor escogido para el estreno del Presidente en Twitter.

Digan lo que digan, la situación por la que atraviesa el país es muy tensa, muy inestable y muy, muy delicada. El acelerón del comunismo no está dando los resultados que el Gobierno esperaba y, como siempre hacen, buscan echarle la culpa a los mismos de siempre: los americanos (of course!), los burgueses (no los boliburgueses), los gobernadores y alcaldes de oposición (que lo que quieren es real, cuando deberían pedir qué, ¿chipichipis?), las ONG (para descalificar denuncias como las de Rocío San Miguel y Franklin Brito), los escuálidos (todo el que protesta) y siga usted la lista, amigo lector. No le va a ser difícil. Jamás encontrará culpables que estén o tengan que ver con el Gobierno.

Y es que el Gobierno no asume -y por el camino que va jamás asumirá- su incompetencia ni su ineficiencia, y mucho menos su rotundo fracaso. Por cada acierto tiene mil desaciertos: así no puede marchar un país, por lo menos no hacia adelante.

Como no pueden poner nada a funcionar, expropian. Pero expropiar no resuelve el problema de productividad. ¿Qué ha sido de Cemex? ¿De las empresas de la costa oriental? ¿Del Hipermercado Éxito? ¿De Sidor, Alcasa, Venalum, CANTV? ¿De todos los hatos productivos que han tomado? Cuando lo que expropian -o toman por la fuerza- no funciona, importan. Para importar necesitan dólares (sí, de esos que la diputada Varela cree que no se necesitan si uno vive en Venezuela). De esos se van millones al día, no necesariamente a través de las casas de bolsa, sino en maletines en aviones oficiales, donde, si se descubren, no pasa nada.

Es tanta la ineptitud, que en once años no pudieron procurarles a los niños de Nirgua una piscina para que pudieran bañarse ni un lugar bonito donde pudieran jugar, y terminaron robándole la finca a Diego Arria. Paséese por Nirgua y sus alrededores para que vea el montón de terrenos donde hubieran podido montar un lugar como La Carolina… pero es probable que ellos no pertenezcan a alguien que el régimen considere enemigo.

Vivimos en un país candanga, sin duda. Y no pasa nada. Es como si a la población y las instituciones les hubieran echado somnífero… ¿Burundanga?

Carolina Jaimes Branger /
Tomado del Diario La Verdad

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