¿Podrán perdonar?
¿Podrán los 20.000 expulsados de PDVSA y sus familiares, alguna vez en su santa vida, perdonar a los que les quitaron sus casas, carros, trabajo y prestaciones sociales dejándolos a la deriva en la mitad del camino de la vida? ¿Podrán los ganaderos perdonar que todos los sacrificios de sus antepasados, verdaderos pioneros que hicieron del Zulia el primer productor de carne y leche en el país, se pierdan porque unos chavistas negociadores de parcelas invadieron sus predios? ¿Y qué decir de los miles de desocupados que provocó el robo descarado a los contratistas petroleros y el cierre de las emisoras de radio?
¿Podrán los maracaiberos perdonar a los directores de Enelvén por dejarlos sin aseo urbano, cobro de impuestos municipales y del gas doméstico para que se pudrieran en su ruina, mientras que el contrato se le mantuvo a la municipalidad roja rojita de San Francisco? Que desesperación deben sentir las miles de familias que habitan la frontera colombovenezolana, cuando por un capricho pueril del innombrable quedaron en la ruina al cambiarles el comercio fronterizo centenario por importaciones carísimas desde la lejana y alcahueta Argentina. ¿Qué puede importarle al sátrapa lo que le ocurra a sus vasallos?
Que triste sensación de frustración, impotencia y llanto para adentro sintieron los marabinos cuando les arrebataron el puente, el aeropuerto, las carreteras y el puerto. Allí estaban los renegados rojos rojitos locales, en son de burla, celebrando el perjurio. ¿Podrán los zulianos perdonar alguna vez a las focas traidoras del Tribunal Supremo de Justicia, del CNE, de la ley Orgánica de Educación, de la Asamblea Nacional y del PSUV local?
En la puerta del infierno de Dante está aquel reloj eterno e inclemente, cuyo péndulo a manera de tic tac ensordecedor les recalca a los que entran para siempre la frase ¡Nunca jamás! Que oiga quien tiene oídos...
Ernesto García Mac Gregor /Médico /garciamacgregor@gmail.com
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