Proyecto de novela social




He estado trabajando en un proyecto de telenovela social. Inicialmente tuve una idea genial; se trataba de dos personajes que se amaban hasta la locura. Me fue fácil escribirla porque se trataba sólo de separar durante 499 capítulos esas dos almas gemelas y, de hecho, lo eran, pues el capítulo final (el 500) terminaba con una revelación despiadada: Adán Ricardo (el galán) le dice a Manuela (la protagonista): “amorcito, yo te amo… pero soy tu hermano”.

Me fue rechazado con el siguiente mensaje: "Ud. disculpe, no podemos aceptar semejante proyecto pues el Presidente está cansado de escenas de amor capitalistas". Sugerí, entonces, que si podía escribir mi telenovela ambientada en un centro comercial, pero me respondieron que no, pues, tales lugares incitan al consumismo capitalista.

Ahora tengo una idea que causará conmoción en los televidentes de 9.00 a 10.00. Se trata de la historia de un chofer de 18 de Octubre que va a comprar un Maverick del 68 que está mejor de carrocería que su Ford Fairlane del mismo año.

El precio es muy bueno y lleva la plata, pero antes de llegar a casa del vendedor se encuentra a unos rematadores de caballo, quienes lo animan para jugar a uno de los caballos de Arné Chacón, pero el caballo es expropiado en plena carrera y pierde su dinero.

El pobre hombre llora y decide irse a pie hasta la pila 21 del Puente sobre el Lago y se lanza al vacío, pero cae encima de una balsa de hule de unos niños abandonados por sus padres en las playas de La Rita porque no podían darles de comer y se salva.
Él lo atribuye a un milagro. Rema en medio de una turbulencia lacustre que hace caer a uno de los niños al agua, a quien salva porque él es un nadador experimentado. Se lleva los niños a su casa y los pone a pedir en la parada de los carritos de 18, donde él vigila. Logra reunir el dinero, pero no logra comprar el carro, pues con la devaluación éste aumentó de precio.

Finalmente, crea una cooperativa en la que se alquilan niños para hacer la cola en los mercales, bancos intervenidos y para colocarlos cerca de los enchufes para cuando se vaya la luz. Ellos se encargarían de desenchufar los electrodomésticos y volverlos a enchufar cuando ésta regrese.

Nuestro personaje se hace chavista y termina rico, el negocio prospera y se hace grande incorporando para los mismos fines a viejitas y ciegos. Se convierte en un ilustre banquero. Es sólo una idea que me hizo llorar.



Énder Arenas Barrios

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