Lectura sagrada del colapso



Fueron aquellos días cuando el Sol se oscureció y la Luna no dio luz. Sus seguidores le preguntaron a Él: "¿Se acerca el fin?". Y Él, les dijo: "No temáis, ahora es que les falta sufrir". Volvieron a insistir: "¿Es esa una señal del final, mi señor?". Y Él respondió: "Les digo que no me jodáis más, lo que va ocurrir, ocurrirá".

Sus seguidores se retiraron angustiados, pues, se les había hecho de noche y una turba de “centuriones” (banda de zagaletones del barrio jerusaleño conocido como Integración Comunal), valiéndose de la oscuridad, amenazaba con chuzarlos.

Despavoridos se devolvieron y le rogaron al gran señor: "Señor, envíanos una cuadrilla de milicianos, pues estos malandros no quieren que veamos más la luz". Él los miró y les dijo: "Vayan con confianza, pues, la luz no la veréis más de todos modos y dejad que esos malandros vengan a mí, porque de ellos serán las arcas de mi gobierno".

II
Él se dirigía a su pueblo y le explicaba que tuviera confianza. Que su sufrimiento será premiado en el año 3485, cuando todo será de leche y de miel. Pero, ahora, tenían que acostumbrarse a algunas calamidades pequeñas, como eso de la oscuridad, pues el reino será para los que sufren.

Entre los presentes había algunos inconformes, que eran impíos, mal agradecidos y fascistas, esto nadie sabía qué era, pero debía ser una vaina muy mala, porque Él se desgañitaba todo y perdía el control hasta de los esfínteres cuando lo gritaba.

Los inconformes le gritaban. “No es sólo la oscuridad, también son las calles del reino rotas, el costo de los alimentos. Ya no podemos ir al Coliseo, nos ofreciste seguridad y el reino se ha llenado de malandros que nos matan, nos roban los carromatos, los equus caballus y los equus africanus -conocidos vulgarmente como burros-; por si fuera poco el antoniniano se ha desvalorizado y ya no se compra nada con él”.

Él los mira con cierta ira, dio la espalda y les gritó algo, que será como se les designará en el futuro: “Escuálidos”; los insultó hasta que se quedó ronco y después los mandó a comer compotas.

Los seguidores, todos vestidos de túnicas rojas, celebraban la oscuridad, la falta de alimentos, la escasez de antoninianos, la inseguridad en las calles, el desempleo; y gritaban a todo pulmón: “Con hambre, desempleo y oscuridad, con él me resteo”



Énder Arenas Barrios

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