¿Botar o votar? (¿Las dos juntas…?)


Este juego de palabras,  “botar  y  votar”, es un simple e inocente  ejercicio sintáctico, prosódico,  gramatical y hasta literario… que me   permito hacer, para intentar llamar la atención  del lector, sobre la toma de conciencia ciudadana, delante de los acontecimientos que se avecinan.

Además, el hacerlo, es un acto esencialmente patriótico, respetando las ideologías y colores. Lo importante y serio, es decirle a Venezuela, ¡Cuenta conmigo!

Cualquiera de estos dos vocablos, que representan acciones, pueden ser ejecutadas por ti por mí y por todos los venezolanos, mayores de edad, con o sin uso de razón, más aún, nadie puede obligarte  hacerlo. Son dos actos que implican una decisión a tomar, tanto botar (¡ojo!), como votar, y que reviste gran importancia, según las circunstancias…Para que no te compliques y puedas entender las similitudes, vamos  analizar un poco, esta “loquera”.

Tomamos  “El Pequeño Diccionario Larousse 2005”, páginas 105 y 213 respectivamente y encontramos los significados de  las dos palabras..

Botar: Acción de arrojar o echar fuera. Despedir a un empleado. Lanzar al agua un nuevo barco.

Votar: tomar la decisión de ejercer  el voto para decidir sobre alguien o algo.

Ya me imagino que estés, en este punto, maquinando y pensando algunas similitudes metafóricas y maliciosas entre estas dos palabras. Me explico para evitar confusiones… Primeramente, son dos palabras que indican acciones y las dos exigen  tomar una decisión, tanto para arrojar algo al basurero, despedir del trabajo, lanzar un barco a agua, como  igualmente ejercer  el voto. Son decisiones personales, al menos en su origen primario y mental.

En segundo lugar, botando y votando, realizamos un acto que produce necesariamente una “sustitución” y hasta eliminación, que en la mayoría de los casos, puede ser un objeto, una persona o una conducta determinada.

En las situaciones más graves y de mayor trascendencia, sin duda,  estas decisiones se transforman en unos verdaderos retos, porque cualquiera  que se tome, conlleva consecuencias beneficiosas o negativas.

Nos encontramos, entonces, con el fenómeno, que las dos palabras, aunque se escriben diferente, nos piden, quizás, el mismo compromiso y reto,  y ante lo retos hay una sola conducta para lograr lo que se anhela: no quedarse en el aparato y actuar, sea cual sea tu pensamiento, tendencia política, o si eres bravo, lo que te dé la gana… pero  ¡vote o bótalo! Teniendo esta actitud, huyes del maléfico y pernicioso conformismo y así no  pierdes, a lo mejor, el chanche de otras oportunidades y realidades.

Fíjate en  este curioso cuento: En un país muy lejano, existía un rey que tenía una forma muy original de tratar a sus prisioneros. Se dice que los llevaba a una gran sala, los colocaba en hileras en el centro de la misma y les gritaba diciendo:

-Les voy a dar una oportunidad. Miren en el rincón del lado derecho de la sala.

Los prisioneros  veían algunos soldados armados con arcos y flechas, listos para cualquier acción.
-Ahora –continuaba el rey- miren hacia el lado izquierdo.

Los prisioneros observaban que en este lado había una enorme puerta de aspecto grotesco y horrible, adornada con cráneos humanos y con una mano como picaporte o cerradura.

El rey se colocaba en el centro de la sala y gritaba:

-Ahora escojan. ¿Qué es lo que quieren? ¿Morir clavados por las flechas o abrir rápidamente aquella puerta negra y entrar en su recinto?

Todos los prisioneros actuaban igual: al acercarse a la puerta, y ver su horrible decoración, cambiaban de lado y escogía la forma segura y rápida  de morir: la muerte por las flechas.

Una vez terminada la guerra, uno de los soldados del pelotón ejecutor, con respeto, aunque temeroso, le preguntó al rey:

-Perdone mi atrevimiento, majestad, pero ¿puedo hacerle una pregunta que siempre me ha tenido intrigado?

-Adelante soldado –respondió el rey.

-Señor, ¿qué es lo que hay detrás de la puerta negra y macabra?

-Tú mismo, soldado, ve y abre la puerta.

El soldado se acercó y abrió con cautela la horrible puerta.   Al hacerlo sintió en su piel un rayo puro de sol y un delicioso olor a verde invadió el lugar. La puerta negra daba a un gran camino. ¡Era la SALIDA hacia la libertad!








 Jaime Flórez Galindo

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