Querido Niño Jesús:

Como te habrás dado cuenta, soy una persona muy perseverante. Más que perseverante, terca: tú ni me has traído ni te has llevado nada de lo que te he pedido estos últimos doce años, y sin embargo, aquí estoy, con mi fe intacta en que una de estas navidades me harás caso. Por eso, aquí está mi carta del 2010.
Tráenos paz, Niño Jesús. Que no sea motivo de angustia que los nuestros salgan a la calle. Que podamos hacer la vida tranquila que llevan millones de personas en otras partes del mundo y la que llevábamos los venezolanos en tiempos que ahora nos parecen remotos.
Tráenos respeto, Niño Jesús. Respeto entre compatriotas. Respeto para todos los puntos de vista. Respeto a la propiedad privada, al trabajo y a la libre empresa. Respeto a las aspiraciones de superación. Respeto al acceso a toda clase de información, analizada desde los más variados puntos de vista y derecho a escoger la que nos parezca creíble y confiable. Respeto a nuestra privacidad. Respeto a nuestras creencias.
Tráenos sindéresis, Niño Jesús. Ya está bueno de esta locura de tener un país al revés, con un Gobierno en el que el disparate es la norma, con el abuso presente en la gran mayoría de sus acciones, donde la mentira es reina, la hipocresía hace de las suyas y la desfachatez y el caradurismo son ilimitados. Ojalá que alguno de los suyos sea capaz de decirle al Presidente de la República que está transitando un camino fracasado en el mundo, que un país no se construye con políticas improvisadas, con intenciones pérfidas o acciones inspiradas por el odio.
Tráenos excelencia, Niño Jesús. Que las escuelas y liceos se llenen de buenos maestros. Que los hospitales no se caigan a pedazos. Que todos los pacientes reciban atención de calidad y a tiempo. Que las instituciones públicas se llenen de tecnócratas, de profesionales, de expertos. Que los cuerpos de seguridad velen por la seguridad de todos. Y que esos maestros, médicos y policías tengan sueldos que les permitan llevar una vida cómoda, holgada y no que tengan que buscar rebusques por otras partes… o por otros medios.
Tráenos paciencia, Niño Jesús. Paciencia para no rendirnos, para no desesperanzarnos, para resistir.
Tráenos fuerza para hacer de esta pésima experiencia un aprendizaje.
Y con carácter de urgencia, tráenos corazón para reencontrarnos.



Carolina Jaimes Branger /Periodista

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Manuel Rosales preso?

Renuncia al PSUV