¡Soy arrecho, y qué!



Rafael Augusto López

Probablemente, usted recuerde, que cuando estudiaba en la escuela, o vivía en el barrio, generalmente, encontrábamos un compañero o un vecino, que era el bravo de la partida, el que amenazaba a todos por la cosa más insignificante, con caerle a golpes al salir de clase o al regresar al barrio. Generalmente, el guapetón buscaba la manera de poner a pelear a dos compañeros al terminar la clase, haciéndoles creer que si no aceptaban el desafío, se llevarían una parranda de golpes, igualmente obligaba a los más débiles a llevarle una carta suya a alguna compañera, a que le hicieran la tarea, a que compartieran con él la merienda, a que lo metieran en cualquiera de los equipos deportivos aún cuando no tuviera condiciones, que le brindaran la entrada al cine, etc.

Igualmente, existía y seguro sigue existiendo aquel dueño del balón, del guante, del bate o de la pelota, que cuando no lo ponían a jugar o su equipo comenzaba a perder el partido, agarraba sus bártulos y se iba a su casa, acabando con el juego. O el matón que cuando se organizaba una fiesta en alguna casa del barrio, sino lo invitaban terminaba la fiesta a plomo, o el policía al que le habían levantado la mujer, el galán terminaba en la cárcel porque le sembraron droga o aparecía muerto en un “enfrentamiento” y últimamente por “ajuste de cuentas”. O el machista que porque sufraga todos los gastos del hogar, pretende que su mujer y sus hijos haga todo lo que él impone, de lo contrario ya verán lo que pasa.

Todo lo que hemos relatado antes, es exactamente lo que el Presidente Hugo Chávez, viene haciendo con el País, él es el “Arrecho” y los demás tenemos que hacer lo que él diga, de lo contrario nos tendremos que atener a las consecuencias. Que van desde tener que colocarse una vestimenta roja si trabajas en la administración pública o si formas parte de una Misión. Negarte la posibilidad de un empleo, o botarte de él, si ejerciste tu derecho ciudadano de suscribir una solicitud de referendo. No volver a utilizar papel higiénico perfumado sino el tipo lija. Retardarte hasta que desistas de cualquier trámite en oficinas públicas.

Obligarte a escuchar sus cadenas presidenciales, lo cual es anunciado con fanfarria a sus seguidores para que aplaudan de antemano la descarga, descalificación, desafiada, amenaza e insultos que hará a quienes no piensan como él. Seguro, que a Hugo Chávez, cuando vendía arañitas y no le gustaba una sopa le daban tres platos, ahora él se desquita prolongando por varias horas sus monólogos para casi siempre decir lo mismo. Y lo peor de todo, que violentando principios constitucionales, ahora manda la gente a la cárcel, amparándose en la cobardía escondida en las armas de la República, como el caso de Manuel Rosales y los que siguen en la lista.

Cada día que pasa, el Presidente aparenta ser más arrecho que los demás, pero no es cierto, la impresión que tengo es que cada instante que transcurre Hugo Chávez es invadido por el temor de que se produzca una revuelta popular, lo que le lleva a abusar de los miembros de la Fuerza Armada, utilizándolos como si se tratara de una banda de matones para amedrentar a todo el que no se le arrodille, como está ocurriendo con los Gobernadores y Alcaldes que a él lo derrotaron en esos Estados y Municipios.

Teme que esos Gobernantes lo hagan muchísimo mejor que los antecesores Chavistas, y lo que es peor, que el pueblo se percate que cualquiera de ellos sería un buen Presidente de la República; por eso, hay que evitar cualquier tipo de diálogo, ordenar a los ente del Poder Nacional, sabotear toda iniciativa que beneficie a la colectividad y represar lo más que se pueda la entrega de recursos. Para él los únicos votos que valen son los de sus partidarios, por ello, no reconoce ni acepta lo que el Consejo Nacional Electoral proclama.

La mayoría de los ciudadanos con los que a diario conversamos, expresan que están de acuerdo que Chávez ha dicho muchas verdades, pero que se ha quedado en puras denuncias, que su actuación a estado dirigida a venganzas políticas y no a garantizar el desarrollo armónico del País, su principal argumento electoral fue el combate a la corrupción, y no ha metido preso a ningún corrupto de los gobiernos pasados, mucho menos uno solo de los que están cerquita de él; que habla de la especulación y el acaparamiento, pero que no ha combatido las roscas de la comercialización y cuando lo a hecho es para colocar militares que lo que van es a llenarse los bolsillos, en cambio arremete contra los productores que son los que tienen el menor margen de ganancia.

La gente está consciente que parte de nuestros empresarios son unos vulgares especuladores, que se acostumbraron a ganancias excesivas, pero nadie se explica como el gobierno no se ha ocupado de analizar los costos y en función de los riesgos que involucra determinada inversión, establecer un margen de ganancia que no podría exceder de un 30% en el de mayor riesgo; en cambio, prefiere irse por el control de precios, seguramente para ir asfixiando a la empresa privada y además para facilitar la bajada de mula.

Casi todos los Venezolanos, lo que queremos es que tengamos empleo y por lo tanto una remuneración en dinero y que con ese dinero podamos adquirir lo que nos provoque sin que nadie nos imponga lo que tenemos que hacer. Que podamos garantizarle a nuestros hijos y nietos una educación de calidad en la que se puedan analizar, comparar y escoger entre las más diversas corrientes del pensamiento. Que dispongamos de un excelente sistema de Salud y de Seguridad Social. Que donde quiera que estemos nos sintamos seguros, porque el Estado nos brinda la suficiente protección a nuestras vidas y a nuestros bienes.

Que cese la amenaza permanente y el enfrentamiento estéril entre los actores políticos y que por el contrario se pongan de acuerdo para que unos y otros trabajen con devoción por el bienestar de la patria. Si eso es Socialismo, seremos Socialistas, si eso es Capitalismo, seremos Capitalistas. En fin, lo que deseamos es tranquilidad, felicidad, amor, tolerancia, comprensión, progreso y bienestar. Aquí en Mérida, se dice popularmente que la gente se cansa de los arrechos y que para un arrecho, arrecho y medio, y ese es el pueblo que cuando despierta es invencible.




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