Renuncia al PSUV
Eugenio Montoro
Estimados compañeros y compañeras del Partido Socialista Unido de Venezuela. Estimado Camarada Hugo Rafael Chávez Frías.
Me dirijo a ustedes, en carta abierta, para manifestarles mi decisión irrevocable de renunciar al PSUV. La verdad es que quería hacerlo publicándola en alguno de nuestros medios revolucionarios pero todos, al ver de qué se trataba, decían que no era posible. Fui a otros periódicos y me pedían un ojo de la cara así que empecé a buscar opciones y me encontré con el tipo que usualmente escribe aquí y le pedí que me dejara el espacio. El tipo, escualidísimo, se alegró mucho pues dijo que un chavista menos, aunque parezca poco, va en la dirección correcta. Me ha costado tomar esta decisión, pero las cosas tienen un tiempo y un aguante y, dada la importancia que le doy al asunto, explico mis razones.
Yo estaba desempleado en 1999 y unos camaradas se acercaron y me dieron una actividad remunerada que me sacó de la pelazón. Aunque no era mucho era mejor que nada y como no tenía otra cosa por hacer me integré a uno de esos grupos que conformaban nuestra incipiente organización. Fui, poco a poco, siendo digno de confianza pues lo que me ordenaban hacer lo hacía rápido y bien, así se tratase de acompañar a alguien para vigilarlo o romper una ventana con una guaratara.
Pasé de ser estudiante socialista a profesor. No me pelaba ninguno de los Aló Presidente, la mayoría de las cadenas y las precisas referencias de La Hojilla. Empecé a organizar grupos pequeños que, dado el buen éxito del entrenamiento, crecían en número con rapidez (después me enteré que les daban una beca al que asistiera) y yo me sentía de lo mejor.
Les hablaba de todo. De la historia del marxismo, de la vigorosa unión soviética que se vino a menos por no seguir los sagrados principios comunistas, de nuestros hermanos cubanos ejemplo de dignidad frente a los asquerosos yanquis, de China, de la paliza a los gringos en Vietnam, del Che, de Camilo. Les hablaba de usted camarada Chávez y de su misión continuadora de la obra del Libertador. De la necesidad de pulverizar a la oposición. Les recordaba sus sabias palabras como “váyanse p´al carajo yanquis de mierda” y muchas otras que no dejaban duda sobre quién era el enemigo.
Pero, para mi dolorosa sorpresa, en la reciente Cumbre de las Américas, usted saludó al representante del imperio enemigo con el mismo entusiasmo con que saluda al compañero Fidel. Y por si fuese poco le dijo en inglés majunche: “I want to be your friend” que traduce “Quiero ser tu amigo”.
No contento con desbaratar en un segundo todo lo que por años le he venido enseñando a mis estudiantes, al día siguiente, en un acto que solo puedo de catalogar de chupamedia felpudo, usted, caminando hacia él, le regaló un libro a Obama con grandes sonrisas y moriquetas. No j… Presidente. Yo creía que usted era un hombre a… y tenía tabaco en la vejiga y, muy por el contrario, lo que parecía era la princesita locamente enamorada del piazo de negro ese.
No mi hermano. Llevo 9 años hablando paja del imperialismo y ahora, con su actitud, le dice a todo el planeta que lo de los gringos era guachafa y hasta simpáticos se volvieron. Váyase largo al carajo comandante porque este ex revolucionario que le escribe no se cala más sus repetidas inconsistencias. Y ya que el inglés se puso de moda me despido de todos ustedes con un caluroso “fuck you”.
Atentamente, Gumersindo de la Trinidad Contreras.
montoroe@yahoo.es
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