El día que desapareció el Puente



- Énder Arenas Barrios/Sociólogo - - 21/03/2009 00:01 21
Corren buenos tiempos/

para esos caballeros/

locos por salvarnos la vida/

a costa de cortarnos el cuello.

Serrat

Esa mañana presagié algo malo mientras preparaba mi viaje a Cabimas, una ciudad que está en la ribera oriental del Lago de Maracaibo, conocida en el mundo por su propensión a pedir sin que le den.

Tomé la Circunvalación 1, justo cuando pasé por el puente Santa Clara, unos tipos, desde el puente me lanzaron la tapa de una boca de visita que se estrelló en la puerta derecha, pero de vaina que paré, preferí atropellar a un perro negro y seguí hasta el otro puente, el de verdad, el que nos identifica.

Desde lejos me alegré, no había colas y me dije: "qué suerte tengo". Ya más cerca se me heló la sangre: no estaba el Puente, sólo estaba como un monumento lo que antes era la pila 21, en el centro del Lago había ahora un servicio de pequeñas embarcaciones hacia la susodicha "pila", con el eslogan: Sólo para suicidas. Parecía un sueño, pero era real.

En lo que antes era la cabecera del Puente estaban los diputados del Zulia: Mario Isea, con un tufo de policía, que para que les cuento; Calixto "lito" Ortega, arrancando unas páginas de la Constitución y escondiéndolas en un poco de lemna que se acumulaba en la orilla; una gorda que estaba acostada en una silla de extensión, que desde donde yo estaba me pareció que era María de Queipo; había una representante indígena, pero en honor a la verdad, ella estaba pero parecía no estar y, finalmente, un ex diputado, heredero del último valiente.

Se dirigían en cadena regional de radio y TV y leían una especie de proclama: "Nosotros, dignos seguidores de nuestro máximo líder, hemos decidido llevarnos el Puente Sobre el Lago para Caracas. Todo en beneficio de los zulianos y la conservación de la pureza de tan cristalinas aguas, como bien decía el poeta Luis Ferrer. Porque en honor a la verdad qué hacen los zulianos con un Puente tan grande. Díganme ustedes queridos habitantes de este bravío estado, no es acaso una maldad que sean ustedes sólo los que usen semejante estructura, cuando debemos pensar en el país como un todo. Por eso nosotros hemos decidido por el bien de los valores supremos del colectivo, llevarnos este Puente para un mejor uso donde le sirva a todo el pueblo".

Una gente que se había bajado de un autobús aplaudía y gritaba: "¡Así, así es que se gobierna!".




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