Cuando explote la rabia
Llevamos ya once años y casi siete meses de este gobierno. El 2 de febrero tomó posesión del cargo y lo juró ante una moribunda Constitución.
El 4 de ese mismo mes y año celebró, con un desfile militar en Los Próceres, su ascensión y su fracasado y cruento golpe de Estado. Allí mismo comenzó a descomponerse todo, a destaparse la caja de pandora de este militar felón y su régimen. Se presagiaba lo que vendría.
En su maratónico discurso hizo apología del delito. Delante de todas las altas autoridades de todos los poderes públicos y dirigiéndose a la Dra. Sosa, a la sazón presidente de la Corte Suprema de Justicia, le increpaba, palabras más palabras menos, si consideraba que era delito robar o matar por hambre. Silencio sepulcral y como dicen el que calla otorga. Justo un mes después, cuando regresaba del exterior con su esposa, donde habían ido a conocer un nieto, fue asesinado subiendo de Maiquetía el “negro” Azocar, ex viceministro de Agricultura.
A los pocos días fue capturado el asesino y cuando lo interrogaron acerca del móvil del asesinato contestó: “es que tengo mujer e hijos y no tengo para darles de comer”. Primera víctima del discurso presidencial. De allí en adelante cerca de 150 mil personas han sido víctimas del hampa. O mejor uno cada media hora. Más muertos que en Irak, México o Colombia, no solo opinión del New York Times, sino de todas las estadísticas, las extraoficiales, las de los medios y las del INE y de nuestras percepciones. Otro record mundial negativo para gloria de la revolución.
Y la gran respuesta, de las muy pocas veces que este gobierno y su presidente tratan el tema: Dentro de veinte años acabaremos con la inseguridad. Por cierto que olvidó llamarla por su verdadero nombre, como lo hace la flamante Defensora del Pueblo (¿Puesto?) “sensación de inseguridad”. Es decir cuando lleguemos a la astronómica cifra de medio millón de ciudadanos asesinados, 500.000, eso si no se le ocurre a los hampones mover las cifras de forma exponencial.
Lo que no es tan descabello suponer dados los deplorables índice de desarrollo, la falta de empleo, el cierre de empresas, el deterioro de la propiedad privada, las expropiaciones e invasiones, la inflación, la escasez, los pudrevales, la incapacidad y corrupción de los organismo de seguridad, la repartición de armas a los grupos para militares amigos del proceso, y las interminables y maratónicas cadenas del jefe del Estado arengando a sus huestes a la guerra, al ataque, a acabar con los pityankys, con los burgueses, con los contra revolucionarios. Después de la verbal invasión a Colombia ahora su nuevo grito de guerra es la Operación Demolición. Hay que demolerlos, refiriéndose a los candidatos a la AN de la oposición democrática. Y para muestra lo que pasó en algunos centros de votación durante el simulacro.
Y con todas esas cifras y proyecciones tiene el tupé de decir que si le pasa algo, lo eliminan físicamente, es decir si lo matan, si lo “magnicidan”, el pueblo tomará la justicia en sus propias manos y arderá el país. Serán borrados del mapa todos los enemigos de la revolución. En el Este de Caracas no quedará piedra sobre piedra. Esa sería la respuesta de los Guardianes, de los motorizados. Peeeerro. Y qué pasaría si los deudos de los, por ahora, ciento cincuenta mil muertos, piensan igual que usted, siguen su ejemplo, y toman la justica por sus propias manos.
Y los más de ciento veinte mil ex pedevesos que usted botó con un pitico, hacen lo propio. Y los empleados de las fincas, empresas y comercios a los que usted señaló y dijo en clara e inteligible voz: Exprópiese. Y los propietarios e inquilinos de aquellos edificios invadidos con la anuencia y vista gorda de los organismos de seguridad del Estado y de su GNB. Y los padres y familiares de aquellos jóvenes profesionales que han tenido que abandonar el país por causa de su mal gobierno. Y qué de aquellos que padecieron la discriminación de la tristemente célebre lista del fallecido Tascón. Y los amigos y familiares de los que usted mandó meter preso o los hizo irse al exilio. Y hacen algo así como lo que hizo el soldado de Fuerte Tiuna.
Buen lío, no? El incendio de la Roma eterna sería una simple candelita. Dios nos proteja. Usted, que de todo sabe, debe saber que la rabia de los pueblos se acumula y de golpe explota. Usted así lo señala cuando se refiera al “Caracazo”. Y esas explosiones son muy graves. Lea la historia de muchos pueblos.
Esa explosión puede acabar con la patria, con el socialismo y sólo nos puede quedar la muerte. Por eso mi estimado TCF, le recomiendo que no abuse del poder que tiene, que no invente cosas raras para el 26S, que acepte y respete los resultados, así sean pírricos o de excremento. La salida democrática es y debe ser la única salida. Recuerde que también existen los Guardianes de la Democracia. Ayúdenos a que así sea. Dios y la patria se lo agradecerán.
Tomado de El Oriental
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