Chávez: atrapado sin salida




Ya es evidente el fracaso de esta cosa rara que llaman revolución. El descalabro y el estropicio se ven por todos lados. Al régimen se le revientan las costuras porque ni el jefe de la cáfila de asaltantes que le han caído al país ni los inútiles que lo rodean y adulan saben pespuntear.

La demostración de la ruina del sainete chavista se ve a flor de piel con el colapso del servicio eléctrico, la hecatombe de los hospitales públicos, descalabro de carreteras y estructuras viales a lo largo y ancho del país, las enfermedades sin control, con el regreso de las que habían sido erradicadas 40 años atrás; crisis en el servicio de agua potable, grave problema de vivienda, y el corolario de la incuria de este desgobierno, la pérdida de más de 70 millones de kilos de alimentos importados por esas dos hechuras del propio Chávez, decididas en sus momentos de delirio en su show televisado de los domingos, que es donde se toman las grandes decisiones del país.

Chávez está atrapado, sin salida, pero, como dicen algunos por allí, huye hacia adelante y en medio de su escape se lleva todo a su paso. No le importa dejar a Venezuela en ruinas, con tal de continuar su proyecto comunista con el único propósito de deleitar y agradar a la momia ambulante de Fidel Castro, quien, viendo fracasado su proyecto en Cuba, cree que en Venezuela se puede concretar.

Allí radica su morboso empeño de culpar a los empresarios productivos del país, a la banca, a los demás sectores financieros, a los emprendedores, a los comerciantes y hasta los bodegueros de la grave crisis inflacionaria y fiscal que sacude al país.

Chávez se niega a aceptar que fue su decisión de devaluar el bolívar “fuerte”, a comienzos de enero del presente año 2010, a más del doble, para obtener más bolívares con los dólares del petróleo para financiar a sus chulos de Suramérica y sus actividades electoreras, al lado de sus disparates comunistas, los causantes del descalabro en los precios de los productos de primera necesidad que en el primer trimestre del año alcanzó casi 12 por ciento y proyecta a finales del mismo cerca de cuatro dígitos.

Para expiar sus culpas, emprende una feroz campaña mediática, emulada por sus corifeos, a quienes pareciera meterles unos CD en la “jeta” para que repitan lo mismo que él y acusen a las empresas Polar y a su exitoso dueño, y a todos cuantos en Venezuela ejercen alguna actividad económica, de todos los males que azotan a la patria.

Pero ya nadie le cree.


Emiro Albornoz L. /Periodista /emiroalbornoz2@hotmail.com

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