Vivan las comunas



Está en discusión la organización social del País bajo el concepto de Comunas y ya existe una Ley para regular el asunto. Estas líneas comentan al respecto.

La primera utilidad de la Ley de las Comunas es que la lectura de su exposición de motivos es una efectiva forma para conciliar el sueño. Pero ese no es el punto. Las Comunas son pequeñas organizaciones de vecinos con alguna posibilidad de actuar como un auto Gobierno diminuto.

Para constituirla hay un procedimiento casi idéntico al de una Junta de Vecinos pero tiene algunos agregados como un Banco Comunal y una Justicia Comunal. Existe un Parlamento y Comités permanentes de gestión (salud, recreación, seguridad, economía etc) y un Consejo de Cumplimiento formado por cinco voceros cuyas funciones son un sancocho que tiene que ver con todo un poco.

Los dineros para su funcionamiento los aprobará el Consejo Federal de Gobierno (ese que no se reúne mucho) y en general irán dirigidos a proyectos concretos propuestos por los vecinos. También la Comuna podrá crear mecanismos para generar sus propios recursos.

Toda esta monserga está fuera de la Constitución pero como el Gobierno se pasa sus páginas por donde la espalda cambia de nombre, hay que analizar el asunto con pragmatismo.

La ley de Comunas no menciona que los encargados de los Comités de Gestión, Banco, Justicia etc devengarán un sueldo. Esto induce a pensar que serán trabajos voluntarios y, si es así, es un grave error de diseño.

Pero digamos que el astuto gobierno se da cuenta de la pifia y usa a sus seguidores, ya remunerados por alguna Misión, para simular la creación de las Comunas y quedarse, además, ejerciendo los puestos principales.

Pero una cosa es la teoría y otra la verdad práctica. La conocida dificultad de los grupos de vecinos en ponerse de acuerdo, el peligrosísimo uso local de la justicia y la lejanía entre la solicitud de recursos y su aprobación, hacen infinitas las posibilidades de los manejos discrecionales y fraudulentos.

Por su parte, en las sociedades modernas la mayoría de los problemas serios dependen de Organismos más allá de la experticia de las Comunas. Esto incluye vialidad, agua, electricidad, viviendas, cloacas, comunicaciones, seguridad etc. Asuntos grandes y complejos que requieren equipos, materiales y trabajadores especializados.

Sin embargo, las Comunas no fracasan por estas cosas. Fracasan porque su contribución a la producción global de bienes y servicios es muy baja y casi se convierten en organizaciones pedigüeñas. Fracasan por el imposible manejo de una enredada interacción entre un poder central no muy eficiente y los centenares de miles de solicitudes simultáneas de los vecinos.

Pareciera que este “cantado” fracaso es otra forma de comprender lo atolondrado del socialismo comunista. Así que, aunque suene extraño, pues que vivan las Comunas.


Eugenio Montoro
Articulista

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