Sindéresis
El diccionario del idioma español define este concepto como la discreción y la capacidad para juzgar rectamente. En toda la historia republicana de Venezuela, ni aun los presidentes iletrados como Páez o Gómez, podía acusárseles de falta de ecuanimidad. El insulto en boca de mandatarios no ha sido una constante en la memoria de la Presidencia de la República venezolana, hasta que llegó al poder el actual jefe del Estado.
Cuando se le dice al presidente de los Estados Unidos que es un borracho y se le llama ignorante a su ministra de Relaciones Exteriores. Cuando se traban palabras subidas de tono con un rey o se llama pendejo e insulso al secretario general de la OEA, narcotraficante al presidente de Colombia. En fin, cuando se agravia a la canciller de Alemania, al primer ministro de la Gran Bretaña, a los presidentes de Francia, Honduras, Chile y México en diversas ocasiones, qué puede esperar un nacional que no le diga el Presidente.
Los insultos al cardenal Urosa Sabino, príncipe de la Iglesia católica, porque estos purpurados tienen ese título, son producto de la falta de honor al que se le ha llevado al país en su máxima representación. Que esos improperios hayan sido hechos en una sesión solemne del Día de la Independencia, en el Congreso nacional y delante de un mandatario extranjero, revelan que el Comandante proviene de una tropa inculta, que no sabe lo que es la sindéresis.
El político que apela al permanente escándalo, como manera de exhibirse o insinuarse, denota que se va eclipsando su estrella, que su vida es un fracaso y que este recurso de una u otra manera termina rechazándolo hasta sus aduladores.
Como conclusión a este bochornoso episodio, podemos decir: el cápelo del cardenal permanece limpio. La majestad de la Presidencia queda otra vez manchada, por esa actitud cotidiana de cólera contra el que opina distinto.
Julio Portillo / Historiador / jportillovzla@cantv.net
Recordemos muchos de sus insultos
Comentarios