Detrás de un hombre a caballo



El “Palabreo de la loca Luz Caraballo” es una de las glosas más conocidas y hermosas del poeta Andrés Eloy Blanco. Tal vez perfecta por lo breve narra la historia de una mujer abandonada en el páramo por su pareja y que con cinco hijos a cuestas pierde la razón cuidando ovejas.

Una de los versos finales dice “tu hija está en un serrallo*/ dos hijos se te murieron/ los otros dos se te fueron/ detrás de un hombre a caballo”. (*casa de cita).

La inmensa pobreza de Venezuela en los días de sus guerras internas hacía común la llegada a un pueblo de “un hombre a caballo” que invitaba con alguna esperanza a que se le unieran. Era una opción de futuro y los hombres se iban detrás del jinete líder que les indicaba que hacer y a donde ir.

En varias conferencias y lecturas hemos conocido de la tendencia de los venezolanos a esperar al hombre a caballo, a un dirigente que enfrente los problemas y nos diga que hacer. Es posible que esto explique nuestra manía de ponerles alas de ángeles a los héroes de la independencia y hasta quizás ese afán de buscar al dios terráqueo sea hijo de las tradiciones que centran en Dios el poder del milagro.

Chávez encarnó al hombre a caballo y la imagen del vengador que muchos buscaban frente a unos Gobiernos que se enredaron en sus propias tripas. El jinete escarlata pensaba por todos, repartía dinero y favores y castigaba a sus detractores. Un Rambo tropical al que sólo le faltaba Oliver Stone.

Por su parte, los oponentes a Chávez buscaban también su hombre a caballo que los liberara. Las continuas preguntas de ¿Dónde está la mesa de la unidad?, ¿Cuándo va a terminar esto? ¿Ahora que vamos a hacer? y el muy repetido “no se ve un líder que enfrente a Chávez”, eran, y siguen siendo, los síntomas claros del ansia colectiva de tener un dirigente que brinde precisiones y esperanzas.

Pero lo cierto es que si bien es importante un líder, los nuevos tiempos revelan que los ciudadanos buscan opciones. El sector que crece a mayor velocidad en el planeta sigue siendo la empresa privada pero el segundo en crecimiento es ahora las organizaciones no gubernamentales. La tendencia es clara, la gente quiere participar y asumir responsabilidades directas.

Lo esencial ya no radica en los líderes sino en los ciudadanos. La fortaleza está en el pecho de cada quién. En los millones que quieren salir de Chávez y de su comunismo cubano. En los millones de empleados públicos asqueados de ver malos manejos e irritados por las amenazas de despido si no usan la idiotez de una camisa roja. La fortaleza está en el pecho de los millones de humildes que aceptan la limosna del gobierno para sobrevivir pero que saben que no quieren ayudarlos sino manipularlos.

Somos los ciudadanos quienes vamos a decidir el País que queremos. Y así será el 26 de Setiembre.

Eugenio Montoro
Ciudadano
montoroe@yahoo.es

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