Devoradora de sus propios hijos
Este comentario va especialmente dirigido a los simpatizantes del oficialismo, muchos de ellos amigos de quien esto escribe: Las revoluciones por lo general, son filicidas, vale decir, se comen a sus propios hijos. También se comen a los demás hombres que no le son ya útiles; los desecha cuando ya no puede sacarles partido. Ello ocurre así porque en las revoluciones tiene que haber un caudillo, un jefe único que no comparta, ni permita primer plano alguno con nadie. Todo el mundo es pasajero, desechable, menos el caudillo mismo, quien al consolidarse en el poder, por lo general, se envalentona, saca las garras de tirano -algunos son grandes cobardes- y sólo se jactan de ser poderosos mientras el Ejército los apoye. A todos ustedes les va a pasar lo mismo. Recuerden acá en Venezuela a aquellos que Chávez desechó inmisericordemente, luego de sacarles provecho. El caso del general Isaías Baduel es el más patético, puesto que ese personaje fue el que lo trajo de regreso a Miraflores desde