¡Qué bolas!
De lo visto esta semana se desprende el siguiente análisis: El área de juego ha sido trasladada a La Habana. Las bolas son criollas, pero se están jugando en otra cancha, con mucho guaguancó. El problema que se presentó es que, en pleno juego, se dieron cuenta de que el mingo se lo llevó AA al imperio mismo que otrora tanto detestaba, lo que hace que él tenga el control del juego e información de todas las jugadas. Ahora bien, si el tiro es legal o nulo nunca podrá saberse porque el que redacta el reglamento y nombra los árbitros es el mismo atleta que está en la cancha y a él le da lo mismo jugar con mingo que sin él, porque lo importante es que lo vean lanzando bolas. Encima, en el otro equipo juega el hermano, de modo que aunque pierda, gana también porque el que le pega a su familia se arruina. Eso explica quizá por qué bocha sus propias bolas del fin de semana. Sin embargo, desde otra cancha Bocaranda, técnico de merecido renombre por la manera como devela