Mi cestatiques
Anoche soñé más o menos saaabroso. Soñé que la Universidad aprobó un bono de 10 mil bolívares fuertes para sólo comida, 2 mil para artículos de aseo personal, es que higiene y ciencia siempre van de la mano.
Que sueño tan rico, por lo menos hasta más allá de la mitad. Imagínense ustedes, que llegaba a la Ritz con aire de premio Nobel, corría con el carrito por los pasillos metiéndole de todo, incluyendo unas ruedas de salmón, unos fileticos de mero y unos trozos de bacalao noruego, que siempre había visto con nostalgia y hasta con dos lágrimas asomándose a los ojos.
En el sueño yo llegaba a la caja y sacaba mis talonarios de 200 tiques cada uno y la cola arrechísima que se hacía, pues la cajera, muy jovencita ella, sólo contaba hasta 9 mil y tenía que llamar a los dueños que no estaban en la tienda y había que irlos a buscar en su casa.
Yo, con eso que llaman el rabillo del ojo, veía a la gente verde de la rabia, pues en las otras cajas otros profesores agitaban sus talonarios, recuerdo a uno de pelo blanco que se me pareció de refilón al profesor Francisco Rojas, pero tenía la cara de un profesor de Ciencias que creo que era Antonio Castejón, quien también tiene el pelo blanco. En la última caja estaba (¡sorpresa!) el mismísimo rector Palencia haciendo una comprita pequeña de tres carritos, no como la mía que puse a los vigilantes del supermercado y a dos cuidacarros que me ayudaran con los cinco carritos.
Entonces, la gente empezó a protestar y se nos vino encima, una señora me lanzó una berenjena, gritándome improperios, al profesor Palencia le lanzaron una lata de sardina y media auyama que se despachurró en el revistero y manchó las Cosmopolitan que se exhibía a una muchacha sin pudor y entonces salía corriendo sólo con los trozos de bacalao noruego hasta que desperté "empapaíto" en sudor.
Tengo tiempo que mis sueños terminan, por una razón u otra, llevando golpes e insultos. Esta tarde hice una siestecita a ver si al fin me llevaba la compra, pero no, soñé con Luisa Estela Morales y el magistrado Carrasquero, peleando con Blanca Mármol de León, y escuché cuando le decían: "Blanca Mármol, cómo que no tienes oficio, no seas pendeja y metete los 10 mil en el bolsillo, total aquí todos hacen lo mismo y nadie dice nada".
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Que sueño tan rico, por lo menos hasta más allá de la mitad. Imagínense ustedes, que llegaba a la Ritz con aire de premio Nobel, corría con el carrito por los pasillos metiéndole de todo, incluyendo unas ruedas de salmón, unos fileticos de mero y unos trozos de bacalao noruego, que siempre había visto con nostalgia y hasta con dos lágrimas asomándose a los ojos.
En el sueño yo llegaba a la caja y sacaba mis talonarios de 200 tiques cada uno y la cola arrechísima que se hacía, pues la cajera, muy jovencita ella, sólo contaba hasta 9 mil y tenía que llamar a los dueños que no estaban en la tienda y había que irlos a buscar en su casa.
Yo, con eso que llaman el rabillo del ojo, veía a la gente verde de la rabia, pues en las otras cajas otros profesores agitaban sus talonarios, recuerdo a uno de pelo blanco que se me pareció de refilón al profesor Francisco Rojas, pero tenía la cara de un profesor de Ciencias que creo que era Antonio Castejón, quien también tiene el pelo blanco. En la última caja estaba (¡sorpresa!) el mismísimo rector Palencia haciendo una comprita pequeña de tres carritos, no como la mía que puse a los vigilantes del supermercado y a dos cuidacarros que me ayudaran con los cinco carritos.
Entonces, la gente empezó a protestar y se nos vino encima, una señora me lanzó una berenjena, gritándome improperios, al profesor Palencia le lanzaron una lata de sardina y media auyama que se despachurró en el revistero y manchó las Cosmopolitan que se exhibía a una muchacha sin pudor y entonces salía corriendo sólo con los trozos de bacalao noruego hasta que desperté "empapaíto" en sudor.
Tengo tiempo que mis sueños terminan, por una razón u otra, llevando golpes e insultos. Esta tarde hice una siestecita a ver si al fin me llevaba la compra, pero no, soñé con Luisa Estela Morales y el magistrado Carrasquero, peleando con Blanca Mármol de León, y escuché cuando le decían: "Blanca Mármol, cómo que no tienes oficio, no seas pendeja y metete los 10 mil en el bolsillo, total aquí todos hacen lo mismo y nadie dice nada".
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