Con hambre y sin empleo



En cualquier país civilizado, la torpeza de este Gobierno hubiese hecho renunciar al primer ministro o al Presidente. ¿Cómo es posible que Adán Chávez amenace con la frase:"La vía armada es una opción válida para garantizar la permanencia de la revolución" y no pase nada?

Por su parte, la crisis que afecta a Venezuela no es transitoria ni superable sólo con el alza de los petrodólares. La capacidad productiva del país, petrolera y no petrolera, pública y privada, está seriamente malograda y el Estado severamente dañado por la ineficiencia y la corrupción. El totalitarismo ha anulado los poderes a favor de un ungido monarca que no sabe gobernar ni administrar, pero quien, por aquello de tener apariencia constitucional obliga a la oposición a actuar democráticamente apegados a derecho y en franca desventaja, mientras el Gobierno hace lo que le da la gana, violando la Constitución y las leyes a su antojo.

Un partido único conformado por serviles oportunistas, arribistas, incompetentes, resentidos sociales; diseñado a imagen y semejanza de un ídolo de barro con gran capacidad manipuladora, y unidos por el factor común del odio y la envidia hacia todo lo que representa éxito en la vida. Se inculca la tolerancia a la complicidad, la obediencia incondicional y el más abyecto culto a la personalidad; pero al menor signo de vacío en el liderazgo, brotan las dagas de la traición.

Y allí está la sufrida clase trabajadora, la que más siente en carne propia la devaluación y la delincuencia; llena de promesas incumplidas y ahora con la farsa de los papeles de propiedad chimbos. Sindicatos perversamente divididos con fines proselitistas para generar el caos y la enemistad entre ellos. Sin embargo, es este grupo el que lo mantiene en el poder y hasta llega al masoquismo de exclamar con entusiasmo la frase: "Con hambre y sin empleo, con Chávez me resteo". Que oiga quien tiene oídos...







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