¿Cuál independencia?


Cada día somos más dependientes para nutrirnos; la importación de alimentos que en los años 90 representaba 65 dólares por persona al año, promedió casi 200 dólares en los últimos cinco años y continúa aumentando

Los venezolanos celebramos con respeto y fervor la gesta emancipadora de los fundadores de la República hace 200 años.

Lo que no nos tragamos es este régimen arrogándose la herencia de aquel legado, con su risible lema de “¡Independencia para siempre!”. Nunca en estas veinte décadas, la nación había sido menos soberana que hoy.

Cada día somos más dependientes para nutrirnos; la importación de alimentos que en los años 90 representaba 65 dólares por persona al año, promedió casi 200 dólares en los últimos cinco años y continúa aumentando. La dependencia financiera crece agitadamente. La deuda externa es de 77 mil millones de dólares, casi 50 mil millones más que en 1998. Condenaron el imperialismo yanqui, pero se entregaron al imperialismo chino. Dependemos en 97% del petróleo para la obtención de divisas, el resto de las exportaciones ha descendido a menos de 4 mil millones de dólares, que son la mitad de lo que facturábamos hace doce años.

El ingreso petrolero depende cada vez más del precio que fije el mercado internacional, porque la capacidad interna de producción se deteriora día a día. Tan lamentable es el estado de nuestra industria petrolera, que ahora hasta importamos gasolina. El aluminio, ya no es nuestro segundo producto más importante. Hasta 2004, exportábamos 240 mil toneladas al año, hoy, Hecho en Socialismo, importamos 90 mil toneladas. No hay mayor pérdida de soberanía que la pobreza. “La mayor suma de felicidad para el pueblo” a la que aspiraba el padre de la patria, hoy es una quimera: somos, junto con Haití, la economía más empobrecida del hemisferio en los últimos años. Y, como en los albores de 1811, el poder central tiene su asiento en ultramar: ahora la metrópoli es La Habana…
















Ramón Peña

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