Barrio Adentro visto allá




La historia de un médico cubano contada allá: "¡Tienes que entregar tu pasaporte!, le dijeron al llegar a Caracas, para evitar que alcanzara la frontera y desertara. En el mismo aeropuerto le leyeron la cartilla: "No puedes decir que eres cubano, no debes caminar por las calles con ropa de médico y es mejor evitar interactuar con los venezolanos". Días después comprendió que la suya era una misión política, pues más que remediar las dolencias de algún corazón o la infección de unos pulmones, debía examinar conciencias, comprobar intenciones de voto.

En Venezuela conoció también la corrupción de algunos que dirigen el proyecto Barrio Adentro. Los "vivos" de aquí, convertidos en "malandros" allá, acaparando poder, influencias, dinero, e incluso presionando a doctoras y a enfermeras que viajan solas para que se conviertan en sus concubinas. Lo ubicaron junto a seis colegas en una apretada habitación y le advirtieron que si morían -víctimas de la violencia que hay afuera- serían dados como desertores. Pero no se deprimió. En fin de cuentas, él tiene sólo 28 años y es la primera vez que puede escapar de la protección paterna, la abulia de su barrio y las penurias del hospital donde trabaja.

Un mes después de arribar, le entregaron una cédula de identidad advirtiéndole que con ella ya puede votar en los próximos comicios. En una reunión relámpago alguien habló sobre el duro golpe que sería para Cuba la pérdida de tan importante aliado en Latinoamérica. "Ustedes son soldados de la patria", les gritaron al final y como tales "deben garantizar que la marea roja se imponga en las urnas".

Ya pasó el tiempo en que creía que iba a salvar vidas o a aliviar el dolor. Sólo quiere volver, retornar a la protección de su familia, contarles a sus amigos la verdad, pero no puede por ahora. Antes, debe hacer la cola del colegio electoral, dejar su cuota de apoyo al PSUV, pegar en una pantalla el pulgar en señal de asentimiento.

La misión de cientos de miles de cubanos que se encuentran en nuestro territorio es esencialmente política; unos por convicción: son comunistas; otros, para aprovecharse personalmente, y un grupo a quienes se obliga a ello. Estamos en presencia de una verdadera invasión de extranjeros que copan despachos oficiales, desde el control de registros y notarías, hasta los anillos de seguridad del Presidente que no confía en los policías venezolanos.


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