Un cura en la AN
El cardenal estaba nervioso. Baltazar Porras habló con él esa mañana del martes para decirle que nada ocurriría, que el hombre más grosero y patán de la Asamblea Nacional lo habían visto en Miami de compras y no iba a estar presente en la sesión. Más tranquilo, el cardenal llegó al Parlamento y justo en la misma silla donde siempre se sentaba Lepage en su época de parlamentario, vio a Carlos Escarrá. Su sangre se heló cuando pasó al lado de éste y sintió un fuerte tufo a azufre y vio su sonrisa llena de sarro y piedra y, por supuesto, el insulto entre dientes, proferido por el hermano menor del otro Escarrá, para que sólo el cardenal le oyera: “Quítate la sotana para que veas de lo que soy capaz”. El prelado elevó su mirada al techo del hemiciclo y se serenó. Luego vinieron las preguntas de los diputados, que no se hicieron esperar, para que el cardenal aclarara el papel que él había jugado en la historia reciente del país. El diputado del PSUV, Juan Graterol, pregunta: "Dígame, c