Los casos de Guillermo Zuloaga, Presidente de Globovisión, Oswaldo Álvarez Paz, excandidato presidencial, y de Wilmer Azuaje diputado de la Asamblea Nacional por el partido Podemos, se han convertido en los iconos mas recientes de la crítica opositora, contra los cuales el régimen de Chávez ha enfilado sus baterías.Contra los tres se libraron órdenes de arresto por opinar, decir o repetir cosas que al gobierno le molestan.
Incluso en el caso del diputado Azuaje, pues aunque en la boleta de detención se señala otro delito, en el fondo se le castiga por lo que ya había dicho contra Chávez y muy particularmente contra algunos de sus familiares a los que denunció públicamente por hechos de corrupción. El delito como puede leerse en la prensa, es el de vejamen y ultraje a una oficial de policía, lo que recuerda a la situación del estudiante de la ULA Dixon Moreno, quien prófugo de una acusación similar, como consecuencia de la protesta estudiantil del 2006 en Mérida, terminó siendo asilado por la Nunciatura Apostólica.
La libertad de expresión es pues la victima oculta, el común denominador que los relaciona a todos, pero con circunstancias propias que podrían servir para establecer algunas particularidades. La detención de Guillermo Zuloaga se puede decir que ya había sido agendada por el régimen y anunciada desde hacia algún tiempo en su guerra contra Globovisión. De hecho había ya un claro antecedente ocurrido el año pasado con la averiguación abierta a Zuloaga por el delito de usura genérica, por el simple hecho de tener una docena de vehículos de su propiedad en su casa, en un momento determinado. También en esa oportunidad al igual que sucedió ahora, se dictaron medidas cautelares sustitutivas de libertad consistentes en la prohibición de salida del país y presentación periódica ante un tribunal. Así que cuando la Asamblea Nacional solicitó, a través del diputado Manuel Villaba, una investigación penal al empresario, por las declaraciones que emitió en la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada en Aruba hace unos días, el círculo quedaba cerrado y el plan consumado.
Oswaldo Álvarez Paz, por su parte, pagó el precio del “rating“ de un programa como “Aló Ciudadano”. Y no me refiero necesariamente a la popularidad del mismo, sino mas bien al alto grado de rechazo que tiene en el gobierno; se trata de un programa “mal visto” por el sector oficial, símbolo de la oposición mas rancia y representativa de la contra revolución y el imperialismo. Y para colmo, está en la programación de Globovisión. Si Álvarez Paz hubiese pronunciado sus comentarios en cualquier otro programa y no precisamente en éste, donde la locuaz lengua de Rafael Poleo ya había dejado una muesca, estamos seguros que hubiesen pasado desapercibidos. El precedente servirá de escarmiento para que quienes asistan a dicho programa sepan a que atenerse. El caso de Azuaje, quizás el menos reseñado por la prensa internacional y nacional, es sin embargo el mas importante dado que la figura de la inmunidad parlamentaria quedó violada al ser irrespetada por la autoridad policial y por la propia Asamblea Nacional.
El Ministro del Interior asegura que estas personas están presas por orden judicial y no del gobierno. Sin embargo la historia no puede ocultarse. En el 2008 Chávez ya había dicho que estaba decidido a meter preso al gobernador del Estado Zulia Manuel Rosales, asilado en el Perú hoy en día. Y Desirée Santos Amaral, exconstituyente y diputada de la Asamblea Nacional, a comienzos de este año se refirió en términos similares a Marciel Granier, presidente de RCTV, el otro canal golpista, ya cerrado. Pareciera que la revolución entró ya en la etapa del terror y del “Yo quiero meter preso”.
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