Instigación al odio




La semana pasada la Fiscalía le abrió una investigación a Oswaldo Álvarez Paz, acusándolo de instigación al odio por haber pronunciado la siguiente frase: "Venezuela se ha convertido en un centro de operaciones que facilita los negocios del narcotráfico".

Instigar al odio fue lo que hizo el innombrable, cuando en plena plaza Bolívar llamó a la guerra a muerte entre venezolanos, porque según él, "no hay conciliación posible; con la burguesía apátrida, con esos grupos fascistas. Los enemigos de la revolución cubana están en Miami, pero los de la venezolana están dentro", expresó. Instigar al odio es vociferar: "Desgraciado, te voy a meter preso"; o váyanse al carajo, gringos de mierda.

Instigación al odio ocurrió cuando la semana pasada, el aspirante a la perpetuidad, se dirigió a una barriada marginal atestada de niños y con su verbo manipulador les expresó que ellos estaban ahí en esos ranchos por culpa de los ricos, y de los oligarcas. ¿Y qué decir del grito desesperado de Jaua para que el pueblo ataque las empresas que lo hambrean? O el odio persistente contra Colombia y EEUU, o la frase robar no es malo, o el toque permanente de trompeta de guerra con el emblema "Patria, socialismo o muerte".

¿Y dónde colocar a la tristemente célebre Lina Ron con su perorata belicosa, vulgar y violenta, preñada de odio y resentimiento? Por desgracia, la mayoría de la base chavista encaja dentro de este perfil cuyo vocero es el grotesco programa La Hojilla. Seres humanos con una vieja historia de odios y rencores acumulados, que ahora afloran sin inhibición alguna impulsados por su amo y señor.

En toda la historia republicana ningún gobernante había osado instigar al pueblo a pelearse entre sí con odio y resentimiento. Éste lo ha hecho con premeditación y alevosía y con el insano y único propósito de atornillarse en el poder. Que oiga quien tiene oídos...


Ernesto García Mac Gregor /Médico /garciamacgregor@gmail.com

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