HUNDAN AL BISMARCK
En 1941, durante la segunda guerra mundial, los alemanes construyeron un buque acorazado al que bautizaron “Bismarck”, en honor a un Canciller Prusiano que ayudó a sentar las bases del Estado Alemán. El acorazado era el mayor, mejor y más rápido de su época. Llevaba casi dos mil hombres en tripulación, podía navegar a 35 nudos (la mayoría lo hacía a 20) y su desplazamiento era de 50 mil toneladas cuando los grandes eran de 30. Un superbarco para la guerra y el mismo Hitler hizo presencia el día de su lanzamiento al agua.
El buque era un reto de poder para la Armada Inglesa y empezó bien sus tareas hundiendo al acorazado inglés “Hood” y dejando maltrechos a otros. La destrucción del Hood indignó a los ingleses y se inició, por propuesta del propio Winston Churchill, la misión de hundir al Bismarck. Decenas de barcos fueron tras el gran acorazado, que pretendía llegar a la costa francesa, ya dominada por los nazis, para hacerle algunas reparaciones. Por casualidad unos aviones británicos lo avistaron y le lanzaron torpedos. Uno de ellos dañó el sistema de timones de popa y el barco empezó a girar sin control, lo que permitió que los buques ingleses lo alcanzaran. Después de cien horas de cañoneo el Bismarck fue puesto fuera de combate y los propios alemanes decidieron hundirlo mediante explosiones internas.
Todo este cuento guerrero tiene mucho parecido con nuestra realidad política. El Bismarck venezolano llamado Chávez está destruyendo nuestro País y se cree muy poderoso. Es la hora que la inmensa flota opositora lo acorrale y lo bombardee con sus terribles votos en las elecciones del 2012.
Chávez, su gobierno, su partido y su revolución se van a hundir porque aquí los que mandamos somos nosotros y no este aprendiz de dictador del que ya nos cansamos.
En su desesperación, al verse derrotado, Chávez ha prometido construir 2 millones de viviendas. Quizás este es el tiro de gracia y el reventón de los timones de su gobierno. Todo el mundo se burla y se ríe de la Misión Vivienda Venezuela. No hay forma de que Chávez y su régimen cumplan. No tienen cemento, no tienen cabilla y, para colmo, no tienen contratistas porque no les pagan y que además, si no hacen lo que quieren, hasta les expropian la empresa.
Un gobierno atrapado en su verborrea y en su incapacidad demostrada en sus miles de promesas incumplidas. Un Bismarck inoperante. En el mismo baúl donde descansan los gallineros verticales, la potencia agrícola, la potencia energética, el gasoducto del sur, las areperas socialistas y la ruta de la empanada hay espacio para la nueva mentira de las viviendas.
Llega la hora de Venezuela. Es la hora de terminar con la mayor idiotez de nuestra historia y poner a estos atarantados del gobierno en el lugar que les corresponde.
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Eugenio Montoro
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