Es comuna
Todo el mundo se pregunta qué carrizo es eso del Estado Comunal y la
comuna. Parece que hay una ley al respecto, pero en Venezuela los
ciudadanos nunca leemos las leyes, porque como nunca se cumplen, lo
consideramos una pérdida de tiempo.
Usualmente les pedimos a los abogados que nos las medio expliquen,
pero solo para saber cómo encontrarle la caída, cómo buscarle la
vuelta.
El fantasma del comunismo vuelve a recorrer a Venezuela y es
inevitable, porque comuna suena a comunismo. La gente sí es alarmista:
¿cómo va a haber comunismo en Venezuela? ¿Alguien ha visto comunismo
con whisky 18 años? ¿Ah? En estos 14 años hemos visto escasez de todo,
menos de la bebida espirituosa que nos provee nuestra madre patria
Escocia. ¿Un comunismo en el que se venden 12.000 vehículos mensuales y
hay que pagar vacuna para conseguirlos? ¿Entonces? Como dicen los
malandros, ¡eso no existe, papá! No seamos tan exagerados tampoco. De
hecho, ahora se entiende por qué durante la reciente campaña
presidencial la gente del PSUV repartía el supuesto programa de
Capriles, porque es ese el que comienzan a aplicar ahora. Era un aviso.
Y es que el ministro tiene razon: no se puede regalar, no por un
problema de que sea negocio o no, no se puede regalar porque llega un
punto en que no se puede más. No puede hacerlo ni el socialismo
finlandés y menos el capitalismo chino, que es el más salvaje del
planeta.
Dejemos la paranoia, pues. El comunismo
tiene que ver con la propiedad colectiva de los medios de producción,
cosa que nunca se ha aplicado en ninguna parte del mundo y no vamos a
ser la excepción. La comuna es una determinada forma de organización
social a partir de las pequeñas comunidades, cosa que tampoco uno se
imagina en un país en el cual uno no va ni siquiera a las reuniones de
condominio que son en la planta baja del edificio. ¿Y saben por qué
uno no va? Porque uno tiene pavor de que lo nombren presidente de esa
vaina, cosa que te obliga a trabajar por todos tus vecinos de gratis y
recibiendo como única retribución mentadas de madre en el ascensor y
otras áreas comunes, amén de que cualquier “copropietario”, a las 11
de la noche, te toque el timbre para reclamarte que no hay agua, como
si tú fueras el aguador de Sevilla.
No, tampoco es comuna en el sentido tradicional a lo que se refieren.
Cuando se habla de comuna en Venezuela, lo que uno debe entender es
que el gobierno quiere transmitirnos que ha entrado en una fase en la
que requiere de nosotros mayores dosis de imaginación para vislumbrar
una eficiencia que, por problemas de ADN sociológico, este proceso
político no logra alcanzar. A ver si nos entendemos: por ejemplo,
cuando a la gente se le entrega un apartamento a medio hacer, se le
explica que eso que está al lado del recibo es “comuna cocina” y ese
tierrero afuera con una capita de asfalto es “comuna avenida”; el
dispensario mal dotado, “comuna clínica” y ese grupo armado que nos
amenaza más que cuidarnos es “comuna policía”; el barniz tenue de
formación que los niños reciben en la educación pública es “comuna
escuela” y así sucesivamente, como diría Platón.
En Venezuela, pues, todo es “comuna caricatura” (insistimos: la Defensoría está clarísima) de lo que queremos y esperamos.
Todos sabemos que podemos ser diferentes y mejores, pero que hay
“comuna vaina”, que uno no sabe muy bien qué es, que nos lo impide.
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