El Bolívar este por Laureano Márquez
A lo largo de estos 14 años, siempre ha estado como flotandito la
comparación entre nuestro máximo líder y El Libertador. Si uno comando
la guerra de independencia en contra de España, este otro nos garantiza
la segunda independencia, amenazada por la conquista gringa que
promueve el imperio con la candidatura de Capriles Radonski, una especie
de Fernando VII contemporáneo, tan apátrida como el primero,
seleccionado en primarias amañadas realizadas en los Estados Unidos. Sin
embargo, aunque la comparación siempre ha estado sobreentendida, nunca
se había realizado abiertamente, como se hace en esa cuña oficial en la
que un beneficiario de un apartamento, otorgado por el Estado, señala
que todo se lo debe al “Bolívar este”, al tiempo que le enseña a su
hijo un calendario con la foto de Chávez. Remata la teología patriótica
con el añadido de que “yo siempre digo: primero Dios y luego el
Comandante”.
Se trata pues de una comparación autorizada y quién sabe si por
llevar la brasa a su sardina, hace algún tiempo el susodicho señaló que
Bolívar había nacido en Capaya, en el Estado Miranda y que sangre
africana corría en sus venas. Quizá comencemos a ver más cambios
retrospectivos de la historia en los próximos meses. Quién quita que de
repente comience a regarse por allí la especie de que El Libertador
nació verdaderamente en Sabaneta de Barinas, pero que lo trajeron
chiquitico a Caracas. Que no era hijo Juan Vicente y Doña Concepción,
sino de un maestro y su esposa, que la Negra Hipólita que lo crió venía
siendo su abuela, emparentada con el futuro con Maisanta.
En fin, es que si el tema de la comparación sigue, puede que hasta un
día olvidemos la diferencias y de repente nos demos cuenta de que hay
uno solo, de que dos glorias tan grandes no caben juntas en Venezuela y
de que una de ellas debe ceder su espacio a la otra. Creo que El
Libertador (el de antes, digo) tiene las de perder, entre otras cosas
porque no maneja los magníficos ingresos que por concepto de petróleo
entran al país.
Las comparaciones no son nuevas, a lo largo de la historia, los
aduladores de nuestros gobernantes más autoritarios saben que a estos
les agradado siempre la comparación con Bolívar. Guzmán Blanco,
disfrutaba mucho el hecho de que hallaran similitudes suyas con el padre
de la patria y se cuenta que los jaladores de mecate de turno,
enterados de ello, usaban el recurso para conseguir favores, que es en
definitiva lo único que importa en Venezuela.
Qué casualidad que Guzmán
se encariñó con el poder y gobernó primero un septenio, luego un
quinquenio y por último un bienio (14 años en total) y además remodeló
el Panteón Nacional. Quien quita que venga por ahí una cuña en la que
se aluda al “Guzmán este”. A Gómez también le encantaba que lo
compararan con El Libertador, al punto que no solo nació el mismo día
que Bolívar, sino que además muere en Maracay un 17 de diciembre, mayor
cercanía imposible. Dicen las malas lenguas que unos aduladores post
mortem, que también los ha habido, guardaron el cadáver unos días para
lograr la coincidencia total. Gómez también fue, pues, mientras
monopolizó el miedo, “el Bolívar este”.
El día que nos digan que El
Libertador no nació el 24, sino un 28 de julio, tendremos que rescatar
aquella copla humorística que el pueblo uso con “el bagre”:
“nacieron un mismo día,
el que libertó a la patria
y el que la tiene fuñía”
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