El inter-pelado



Ramírez habló y habló. Creo que no tomó agua, ni café, ni fue al baño. Más que un ministro, es más bien un estilo

Cuando Ramírez empezó a hablar me tomaba el primer café de la tarde, ese café de las 2.00 de la tarde me pone melancólico, así que pensé, que ese era el mejor momento para escuchar al ministro.

Y, Ramírez, para no hacerme quedar mal, comienza su rendición de cuentas del 2010, definiendo lo que es el petróleo, pues había que colocar la interpelación en contexto. Bueno es decir, que mi tía descubrió allí, que el petróleo no era negro, como siempre nos habían dicho sino que era una mezcla arrechísima de compuestos oxigenados, nitrogenados y sulfurados y restos de sales metálicas emulsionadas, de color parduzco, dicho lo de parduzco se escuchó en la plenaria de la AN un ahogo de admiración de la bancada oficial; luego, Ramírez, se paseó por el Zumaque I y allí, le enseñó a mi tía, que ese pozo nos puso en el mercado energético mundial.

Ramírez habló y habló. Creo que no tomó agua, ni café, ni fue al baño. Más que un ministro, es más bien un estilo: sí, es verdad, es soporífero, un poco mustio y lo peor es hasta jalabolas, pues aquello de que sino fuera por Chávez el petróleo se hubiera acabado, es en verdad una jalada memorable. Pero bueno, no todo en él es malo, hay que decir que él es la cabeza de la porción de brutos que nos gobiernan y que es el segundo más grande (se podrá decir eso, ¿será correcto?) de los fabuladores de segunda con que cuenta el país.

Ahora escucho el motor del camión cisterna, son las 6.00 de la tarde y ha llegado al fin el señor que me abastece de agua. Tiene dos ayudantes, dos muchachos flacos y ásperos que arrastran unas chanclas. Pero no se equivoquen ellos son un resultado social. Claro, ellos contrastan con esa maravilla de país que nos está pintando el ministro Rafael Ramírez.

¡Ay, Ramírez!, si supieras que tanta perfección, tanto mecanismo de precisión suizo a la hora de gobernar y hacer que las cosas funcionen, de verdad que joden la cordura, pues mientras tú nos cuentas la historia de cómo ustedes salvaron al país y que gracias a Chávez aquí todavía hay petróleo, tenemos la sensación de enfrentarnos al más grande de los desencantos ejecutivos que hemos vivido los venezolanos desde aquellos lejanos días en que un militar le dio un golpe de Estado a un presidente democráticamente electo por el pueblo.





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