“Arias, ustedes se jodieron”
Hace 19 años el entonces gobernador del Zulia, Oswaldo Álvarez Paz, vio fracasar el golpe de Estado en la región. Según el relato del ex mandatario regional, Arias Cárdenas, líder de la asonada en el estado, le pedía que se uniera a los golpistas
Toc, toc, toc... Sonó la puerta de la habitación principal en la Residencia Oficial. "Gobernador, cumplo con la misión de informarle que las Fuerzas Armadas tomaron el control de la República", la voz temblorosa del teniente Oscar José D&39; Jesús, le anunciaba al mandatario regional que en Venezuela había un golpe de Estado en contra del presidente Carlos Andrés Pérez (CAP), y que la Gobernación del Zulia desde ese momento quedaba en manos de militares.
De aquel episodio hoy se cumplen 19 años. La asonada que catapultó varios años después al actual Presidente de la República, tuvo su gesta en el Zulia. Amén de las sublevaciones que se dieron en Carabobo, Miranda y Distrito Federal, en la región la revuelta fue la más exitosa, al menos en lograr el objetivo planteado de controlar varias vías de comunicación, guarniciones, estaciones policiales, aeropuerto, petroleras y por supuesto, la Residencia Oficial.
Oswaldo Álvarez Paz, recién había cumplido tres años al frente de la Gobernación. A finales de 1991 una declaración suya causó revuelo nacional: "En Venezuela se está rifando un golpe, y tenemos comprado el 90 por ciento de los tiques de la rifa".
CAP, le reclamó. Lo acusó de estar sembrando rumores. "Coño, Oswaldo, ¿tú vas a seguir viendo fantasmas?", le dijo en una de las conversaciones que mantuvieron días previos al 4 de febrero, donde el mandatario regional insistía en la veracidad de las amenazas de revuelta contra el Presidente.
"El lunes (3 de febrero) en la tarde, en el Zulia había estado el ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, apoyando una campaña por el dengue que llevábamos en la Gobernación. Fernando se fue de aquí como a las 7.00 de la noche", recuerda Álvarez Paz, al tiempo que detalla su itinerario horas antes del golpe.
"Luego de despedirnos de Ochoa Antich, me fui con Silio Romero (entonces secretario de Gobierno) a una reunión con el núcleo central de Copei. Cuando salimos, él me dejó en la residencia y se fue a su casa".
Eran las 11.00 de la noche. El gobernador encontraba en su habitación a su esposa enferma. "Cuchi tenía un gripón con mucha fiebre, estaba acostada". De pronto suena el teléfono interministerial de la residencia. Ochoa Antich le daba la noticia: "Mira, Oswaldo, hay un golpe en plena ejecución. Es muy delicado. Ten mucho cuidado. No te dejes hacer preso porque eso sería un problema muy serio contra el Gobierno, ¡Toma las acciones ya!". Mientras instaba a su mujer que levantara a los niños y los reuniera en la misma habitación del segundo piso, el gobernador escucha la puerta. Era el teniente a cargo del asalto de la residencia.
Conversación entre líderes
El ex mandatario recuerda claramente la imagen que vio al salir de su habitación: El pasillo repleto de militares. Jóvenes reclutas en su mayoría, armados de pies a cabeza, tenían cara de asustados. "Quizás ni sabían qué estaban haciendo allí", señala.
El teniente D&39; Jesús, le notifica que "su comandante" estaba por llegar y le explicaría los detalles de la asonada.
A la medianoche apareció el militar, hasta ese momento desconocido. Francisco Javier Arias Cárdenas, se presentó.
Según recuerda Álvarez Paz, el líder de la revuelta le pidió hablar en privado. - " Gobernador, yo estoy formalmente autorizado para pedirle a usted que se incorpore a esta lucha, para nosotros es muy importante". La invitación fue inmediatamente negada, pero Arias, insistió: - "No se precipite en darme respuesta, nuestra verdadera conversación será al amanecer".
Acuerdos preliminares surgieron de esa tertulia. La familia del mandatario regional se mantendría en el segundo piso de la residencia, mientras los directivos del gabinete podían llegar, pero no salir.
- "Esto tendrá un desenlace y ese será entre nosotros dos aquí adentro", retaba Álvarez Paz a Arias Cárdenas.
Vino la primera intervención en televisión del presidente CAP. Según lo recuerda el ex mandatario, el hoy diputado de la Asamblea Nacional se constipó, pero alegó que la revuelta estaba marchando tal como lo habían agendado los golpistas.
"Arias entraba y salía del despacho. Hablaba por teléfono. Daba órdenes. Se notaba preocupado y nervioso", rememora.
Bajo control
La segunda aparición del Presidente en los medios, Álvarez Paz pidió verla con Arias Cárdenas, en frente. "Le dije: - &39;Ese que está ahí es Carlos Andrés y están en Miraflores, eso lo conozco yo. - Mira, Arias, me perdonas, pero yo creo que ustedes se jodieron".
Cuenta que el líder del movimiento en el Zulia intentó de nuevo persuadirlo a apoyar la causa de los golpistas. Ante la negativa del gobernador admitió: - "Desde hace rato perdí todo tipo de comunicación con el grupo. No sé qué está pasando. Sólo sé que en La Carlota aún se batalla. Saldré un momento a tomar un helicóptero para hacer un recorrido".
Después de eso no se supo más nada del comandante. Los soldados aún más nerviosos, pensaban que su cabecilla los había abandonado, que se había escapado.
Llegó la Iglesia a conciliar. Monseñor Roa Pérez, monseñor López Castillo y el padre Édgar Doria, fueron los encargados de calmar los ánimos a los militares.
"Aquí no hubo una cosa militar de verdad, todo lo que tomaron fueron objetivos civiles: Canales de televisión, los portones de la petrolera, el aeropuerto. No tomaron nada militar, y lo que lograron tomar fue a medias, pues se la quitaron los vestidos de civiles", asegura Álvarez Paz.
Ya al amanecer el pánico volvió a invadir a los testigos de aquella insurrección. Dentro de la Residencia Oficial se oían los tanques militares que llegaban, presuntamente, a "liberar" a los reos. "Todos desesperados tomaron sus armas para enfrentar a los que venían".
La imagen de Álvarez Paz, el gabinete regional, los representantes de la Iglesia y los oficiales golpistas a sus espaldas pasó a la historia. Los medios de comunicación a las afueras de la residencia se confundían entre el tumulto de zulianos que habían ido a apoyar al gobernador. Prensa escrita y televisión local reseñaban con proeza la liberación del mandatario regional, quien presenció cómo los sublevados le entregaban sus cintas tricolores anudadas en los brazos, en señal de haberse rendido.
Por ahora y para siempre
Fue en el comando de la Guarnición del estado Zulia donde escucharon a Hugo Chávez, rendirse. Su famoso "por ahora" no fue bien visto por los zulianos. No se explicaban, cómo un golpista podía salir tan sereno dando declaraciones, aunque ellas fueran para culparse de todo aquello.
"Eso trajo grandes consecuencias políticas. Se demostró que quien gana pierde en opinión y aceptación general, y quien pierde gana y empieza a convertirse en la esperanza legisladora para mucha gente en Venezuela".
La tranquilidad empezó a retornar poco a poco a las calles de Maracaibo. No sin antes pasar por un último susto: "Un avión F-16 volaba bajito, echando tiros a la ciudad. La orden era de Pérez, quien dijo que había que bombardear el Cuartel Libertador".
Aquel momento fue de mucho pánico, pero hoy Álvarez Paz lo recuerda con jocosidad. "Pedí que me llamaran al Presidente. Le dije que quitara esa orden porque podía salir gente herida, y ya en el estado todo estaba bajo control". CAP confió en él. Y sólo una frase le confirió: "Bajo su responsabilidad esos criminales quedarán impunes". "Ese era Carlos Andrés", se ríe de la anécdota 19 años después el ex gobernador.
De aquel episodio hoy se cumplen 19 años. La asonada que catapultó varios años después al actual Presidente de la República, tuvo su gesta en el Zulia. Amén de las sublevaciones que se dieron en Carabobo, Miranda y Distrito Federal, en la región la revuelta fue la más exitosa, al menos en lograr el objetivo planteado de controlar varias vías de comunicación, guarniciones, estaciones policiales, aeropuerto, petroleras y por supuesto, la Residencia Oficial.
Oswaldo Álvarez Paz, recién había cumplido tres años al frente de la Gobernación. A finales de 1991 una declaración suya causó revuelo nacional: "En Venezuela se está rifando un golpe, y tenemos comprado el 90 por ciento de los tiques de la rifa".
CAP, le reclamó. Lo acusó de estar sembrando rumores. "Coño, Oswaldo, ¿tú vas a seguir viendo fantasmas?", le dijo en una de las conversaciones que mantuvieron días previos al 4 de febrero, donde el mandatario regional insistía en la veracidad de las amenazas de revuelta contra el Presidente.
"El lunes (3 de febrero) en la tarde, en el Zulia había estado el ministro de la Defensa, Fernando Ochoa Antich, apoyando una campaña por el dengue que llevábamos en la Gobernación. Fernando se fue de aquí como a las 7.00 de la noche", recuerda Álvarez Paz, al tiempo que detalla su itinerario horas antes del golpe.
"Luego de despedirnos de Ochoa Antich, me fui con Silio Romero (entonces secretario de Gobierno) a una reunión con el núcleo central de Copei. Cuando salimos, él me dejó en la residencia y se fue a su casa".
Eran las 11.00 de la noche. El gobernador encontraba en su habitación a su esposa enferma. "Cuchi tenía un gripón con mucha fiebre, estaba acostada". De pronto suena el teléfono interministerial de la residencia. Ochoa Antich le daba la noticia: "Mira, Oswaldo, hay un golpe en plena ejecución. Es muy delicado. Ten mucho cuidado. No te dejes hacer preso porque eso sería un problema muy serio contra el Gobierno, ¡Toma las acciones ya!". Mientras instaba a su mujer que levantara a los niños y los reuniera en la misma habitación del segundo piso, el gobernador escucha la puerta. Era el teniente a cargo del asalto de la residencia.
Conversación entre líderes
El ex mandatario recuerda claramente la imagen que vio al salir de su habitación: El pasillo repleto de militares. Jóvenes reclutas en su mayoría, armados de pies a cabeza, tenían cara de asustados. "Quizás ni sabían qué estaban haciendo allí", señala.
El teniente D&39; Jesús, le notifica que "su comandante" estaba por llegar y le explicaría los detalles de la asonada.
A la medianoche apareció el militar, hasta ese momento desconocido. Francisco Javier Arias Cárdenas, se presentó.
Según recuerda Álvarez Paz, el líder de la revuelta le pidió hablar en privado. - " Gobernador, yo estoy formalmente autorizado para pedirle a usted que se incorpore a esta lucha, para nosotros es muy importante". La invitación fue inmediatamente negada, pero Arias, insistió: - "No se precipite en darme respuesta, nuestra verdadera conversación será al amanecer".
Acuerdos preliminares surgieron de esa tertulia. La familia del mandatario regional se mantendría en el segundo piso de la residencia, mientras los directivos del gabinete podían llegar, pero no salir.
- "Esto tendrá un desenlace y ese será entre nosotros dos aquí adentro", retaba Álvarez Paz a Arias Cárdenas.
Vino la primera intervención en televisión del presidente CAP. Según lo recuerda el ex mandatario, el hoy diputado de la Asamblea Nacional se constipó, pero alegó que la revuelta estaba marchando tal como lo habían agendado los golpistas.
"Arias entraba y salía del despacho. Hablaba por teléfono. Daba órdenes. Se notaba preocupado y nervioso", rememora.
Bajo control
La segunda aparición del Presidente en los medios, Álvarez Paz pidió verla con Arias Cárdenas, en frente. "Le dije: - &39;Ese que está ahí es Carlos Andrés y están en Miraflores, eso lo conozco yo. - Mira, Arias, me perdonas, pero yo creo que ustedes se jodieron".
Cuenta que el líder del movimiento en el Zulia intentó de nuevo persuadirlo a apoyar la causa de los golpistas. Ante la negativa del gobernador admitió: - "Desde hace rato perdí todo tipo de comunicación con el grupo. No sé qué está pasando. Sólo sé que en La Carlota aún se batalla. Saldré un momento a tomar un helicóptero para hacer un recorrido".
Después de eso no se supo más nada del comandante. Los soldados aún más nerviosos, pensaban que su cabecilla los había abandonado, que se había escapado.
Llegó la Iglesia a conciliar. Monseñor Roa Pérez, monseñor López Castillo y el padre Édgar Doria, fueron los encargados de calmar los ánimos a los militares.
"Aquí no hubo una cosa militar de verdad, todo lo que tomaron fueron objetivos civiles: Canales de televisión, los portones de la petrolera, el aeropuerto. No tomaron nada militar, y lo que lograron tomar fue a medias, pues se la quitaron los vestidos de civiles", asegura Álvarez Paz.
Ya al amanecer el pánico volvió a invadir a los testigos de aquella insurrección. Dentro de la Residencia Oficial se oían los tanques militares que llegaban, presuntamente, a "liberar" a los reos. "Todos desesperados tomaron sus armas para enfrentar a los que venían".
La imagen de Álvarez Paz, el gabinete regional, los representantes de la Iglesia y los oficiales golpistas a sus espaldas pasó a la historia. Los medios de comunicación a las afueras de la residencia se confundían entre el tumulto de zulianos que habían ido a apoyar al gobernador. Prensa escrita y televisión local reseñaban con proeza la liberación del mandatario regional, quien presenció cómo los sublevados le entregaban sus cintas tricolores anudadas en los brazos, en señal de haberse rendido.
Por ahora y para siempre
Fue en el comando de la Guarnición del estado Zulia donde escucharon a Hugo Chávez, rendirse. Su famoso "por ahora" no fue bien visto por los zulianos. No se explicaban, cómo un golpista podía salir tan sereno dando declaraciones, aunque ellas fueran para culparse de todo aquello.
"Eso trajo grandes consecuencias políticas. Se demostró que quien gana pierde en opinión y aceptación general, y quien pierde gana y empieza a convertirse en la esperanza legisladora para mucha gente en Venezuela".
La tranquilidad empezó a retornar poco a poco a las calles de Maracaibo. No sin antes pasar por un último susto: "Un avión F-16 volaba bajito, echando tiros a la ciudad. La orden era de Pérez, quien dijo que había que bombardear el Cuartel Libertador".
Aquel momento fue de mucho pánico, pero hoy Álvarez Paz lo recuerda con jocosidad. "Pedí que me llamaran al Presidente. Le dije que quitara esa orden porque podía salir gente herida, y ya en el estado todo estaba bajo control". CAP confió en él. Y sólo una frase le confirió: "Bajo su responsabilidad esos criminales quedarán impunes". "Ese era Carlos Andrés", se ríe de la anécdota 19 años después el ex gobernador.
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