El Cura Rojo



Eugenio Montoro

Articulista


Al inmenso compositor Antonio Vivaldi le encasquetaron el remoquete de “El Cura Rojo” por cuanto además de sacerdote tenia el pelo “colorao”. Así que valga la aclaratoria temprana de que el título de estas líneas nada tiene que ver con el músico.

Pretendemos demostrar que en las facetas del chavismo hay una de carácter religioso expresada en un conjunto de comporta-mientos que utilizan los seguidores del nuevo culto.

Las religiones del Oriente son bastante flexibles y aceptan la parte espiritual de cualquier cosa como buena, sin embargo otras religiones, como el Cristianismo, son bastante estructuradas y, por esta razón, el chavismo, inmerso principalmente en la tradición, tiende a crear la suya con paralelismos.

Lo primero son los seres “sobrenaturales”, en el caso chavista son Bolívar, Sucre, Zamora y Marx, etc. Son invocados casi como evangelios que hay que seguir. Por otra parte están sus representantes en la Tierra como El Ché, Fidel, Chávez portadores del mensaje del hombre nuevo, libre de maldad y feliz.

Al igual que las religiones estructuradas el chavismo desarrolla ritos que los identifican. La vestimenta roja, la jerga del antiimperialismo, el “Patria, socialismo o muerte”, los ricos malos, las fechas “gloriosas” del 4F y 27N, la adulante referencia al líder o a lo que dijo y el “así, así es que se gobierna”, entre muchos otros estribillos.

El cura rojo mayor (Chávez) hace su sermón los domingos frente a unos feligreses cuyo número es curiosamente comparable al de una Iglesia promedio. La “misa”, normalmente al aire libre como de campaña, es televisada y allí el cura rojo hace anuncios y, sobre todo, es pródigo en explicaciones que refuerzan a sus seguidores “lo bueno que somos y lo bien que lo hacemos frente a esa pobre cuerda de pitiyanquis escuálidos “malparíos” que no hacen otra cosa que llevarnos la contraria y criticarlo todo”.

Profesar una religión para obtener respuestas de fe sobre las preguntas eternas es admisible. Profesar una religión para guiar comportamientos éticos es excelente. Pero profesar una religión de corte político cuyo objetivo es imponer ideas y demoler a los contrarios es una monstruosidad hitleriana. Allí se comienza a justificar cualquier acción para apoyar al proceso. Eso se llama fanatismo religioso. Las personas que se vuelven fanáticas solo ven la perfección del líder y su causa. El fanático deja de pensar y, es usual, que cuando alguien critica o ridiculiza al cura rojo su incomodidad e irritación sean instantáneas. Por ejemplo amigo(a) chavista, di como te sientes si alguien grita que cuando circuncidaron a Chávez tiraron a la basura el trozo equivocado. Tómalo como una prueba de fanatismo y si es necesario empieza a curarte que el día del abrazo entre hermanos está cerca.

cortesia diario El Regional

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