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¡Cuidaíto y lo tumban…!
Mucho cuidado si en este preciso brete en que se encuentra el país, a algún “iluminado” se le ocurre tumbar al gobierno…o siquiera intentarlo. ¿Quién sería el beneficiario? ¡Pues nada menos que el mismísimo Chávez y sus secuaces! Si lo tumbaran, llanamente le harían el grandísimo favor de quitarle de las manos la papa caliente que lo está quemando. ¡No señor!. Un golpe lo liberaría y no se vería obligado a responder y enfrentar, con todas sus consecuencias, sus errores, sus desatinos, su incapacidad, su improvisación y su corrupción. No tendría que pensar en agenciar soluciones, no tendría que asumir responsabilidades, no tendría que enfrentar los descontentos ni las manifestaciones populares, no tendría que despedir incapaces ni encarcelar corruptos, no tendría que responder por lo que le dio a otros países a costa del nuestro. No le harían falta ni el Niño ni el imperio. No tendría que reconocer ni un solo error. La liberación total. Si por otro lado “intentaran” tumbarlo y fallaran,
LA PRUDENCIA
La prudencia es una virtud de la razón, no especulativa, sino práctica: la cual es un juicio, pero ordenado a una acción concreta. La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia. La prudencia en su forma operativa es un puntal para actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida. La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano, hacia su progreso interior. La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos. Nos admiramos de las personas que habitualmente toman decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse; sacan adelante y con éxito todo lo que se proponen; conservan la calma aún en las situaciones más difíciles, perc
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