Retaliaciones peligrosas
La lista Tascón resultó el mayor genocidio labora habida en el mundo
desde la Sudáfrica del apartheid. Decenas de miles fueron despedidos de
sus puestos de trabajo, otros fueron obligados a firmar confesiones
humillantes y vestir de rojo rojito, mientras que a algunos se les negó
asistencia médica, préstamos y misiones del Gobierno. Todavía hoy en
día, en la Universidad Experimental de las Fuerzas Armadas se entregan
cartas de despido al personal contratado que aparece en la maldita
lista. Y lo peor del caso es que Tascón lo que hizo fue seguir órdenes
del dictador. Que desgracia ser recordado por una infamia ajena que ni
la muerte puede redimir.
Todavía está fresca en la memoria, la amenaza de expropiación a
Banesco y la multa de 428 millones de bolívares por una sanción aplicada
en 2005, pero que de repente tomó vigencia vengadora cuando los tres
expresidentes democráticos de Brasil, Chile y España, fueron invitados
por la entidad bancaria a ofrecer declaraciones con respecto a la
economía y la política del país. Ni hablar de la autocensura y multas
impuestos descaradamente a los medios de comunicación, o los robos a los
productores del campo a los empresarios y comerciantes. ¿Podrán
perdonar?
Una red de farmacia cuya propaganda para la recién pasada Semana
Mayor tenía un afiche que leía: En esta Semana Santa de que te vas te
vas. Participa y ganate uno de los 89 paquetes turísticos para toda la
familia fue interpretado como un amedrentamiento justiciero contra las
medidas de la ley que regula 19 productos de limpieza e higiene
personal. La propaganda tuvo que ser retirada ante la amenaza de las
juntas comunales fascistas.
Y ante la inexorabilidad de la existencia ¿qué se sentirá cuando se
le ha proferido a un cardenal la terrible frase: "Nos veremos en el
infierno" o la otra aún peor: "La Iglesia católica es un cáncer de la
sociedad venezolana. Un tumor maligno que debe ser extirpado". Eso de
meterse con los curas y la Iglesia siempre ha resultado pavoso. Que oiga
quien tiene oídos...
Ernesto García Mac-Gregor
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