La Chavidad


No hay religión en la Tierra que tenga una historia de amor, del nacimiento de Dios que se hace hombre y viene al mundo en el seno de una familia sencilla, como el cristianismo. Es lo que llamamos la navidad.

Todos los Estados y la empresa privada, dan a sus empleados y trabajadores a fin de año, una bonificación especial que en otros tiempos los países hispanos llamaban aguinaldos. No es un gobierno transitorio, es la administración pública permanente, de la cual el propio Jefe del Estado también es un empleado, quien paga esa bonificación.

El Ministro de Comunicación e Información, Andrés Izarra, pasándose de gracioso y para ofrecer pruebas de su incondicionalidad al autócrata, ha declarado por twitter que el Decreto de bonificación de este año se llamará “La Chavidad “. Los altos funcionarios compiten en alabanzas al mandatario. Un general me dijo un día “Chávez puede ser Presidente del mundo”. Otro decía: “Chávez es el verdadero mecías del pueblo venezolano”. Al paso que vamos veremos a otro militar proponiendo el cambio de nombre de Caracas a Ciudad Chávez. La rivalidad es para ver quién coloca en un tribunal, un aeropuerto o una oficina cualquiera el cuadro más grande del caudillo, porque eso es lo que hoy cuenta y no la preparación.

Mientras esto sucede y corren los días finales del año 2011, la soberanía del país es entregada vilmente con la protesta de pocos. Menos mal que quienes escribimos historia lo hacemos para las generaciones venideras y a ellas les damos cuenta de lo que ocurre. Ya no son los iraníes que se llevan el uranio, los cubanos presentes en notarías, salud, seguridad y que nos están haciendo las nuevas cedulas de identidad, que a los guyaneses se les entrega el territorio en reclamación, que se ha hipotecado el país a los chinos por veinte años, que los nicaragüenses han sustituido a los productores de café venezolanos, sino que ahora conocemos que se le ha entregado a los rusos el 40% de la producción de plátano del país, que se suma a la deuda que tenemos con ellos mismos por compra de armas. No es la bonificación de fin de año, ni la celebración del nacimiento del niño Dios a la que hay que cambiarle el nombre, es a esta involución lo que puede llamarse con propiedad la chavidad a la que hay que oponer la zulianidad.







Julio Portillo / Historiador

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