Mi querido Colacaibo.
Mi querido Colacaibo.
Escribo esto,
porque mis pequeños hijos, Jimmy y Daniela, desde hace días no ven más que
colas en todas partes, cola en el tráfico de vehículos, cola para echar
gasolina, cola en el banco, cola en las instituciones públicas, y no es que son
colas de tres personas, a veces es hasta de 400 personas, esto ocurrió cuando
tuvimos que hacer 6 colas en un día para poder comprar la comida de la semana y
como no tenía con quien dejarlos me los tuve que llevar.
Nos levantamos
temprano un sábado, y les dije, vamos al supermercado a realizar las compras de
la comida, mis pobres hijos, junto a mi esposa, se prepararon y comenzó nuestro
turismo de aventura, comenzamos con las colas en la circunvalación 1, que ahora
se ponen peor porque hay policías, y todo el mundo anda asustado y manejan peor
de lo normal, después llegamos al banco por la parte del autobanco y había otra
cola, nos salimos de allí y recurrimos al cajero externo, y había otra cola,
salimos del banco y nos vamos a desayunar, craso error, habían dos colas, una
para pedir y pagar, y otra para que te sirvieran tu pedido, terminamos de comer
y salimos en busca de algún supermercado que no tuviese tanta gente afuera sin
hacer nada, o sea en cola, hicimos la primera cola y como a las dos horas
pudimos comprar dos paquetes de azúcar, de allí salimos a un gran supermercado
que esta al final de la limpia, y allí conseguimos un poco más, pero habían como
200 personas en la cola para pagar, al lograr pagar nos fuimos a otro supermercado tratando de buscar
harina, hasta que por fin conseguimos uno que había harina para las arepas y
401 personas en cola, y digo 401 porque ese fue el número que me tocó a mí.
Allí tuve que
pelear con el vigilante del supermercado que se cree robocop, porque me
confundió con los señores que hacen cola todos los días para comprar lo que
sea, y que después no sé qué hacen con lo que compran. Después del altercado, conseguí
4 paquetes de harina y dos de espaguetis, a todas estas mis pobres hijos
estaban agobiados del calor y del hambre, nos fuimos a comer y llegamos a una
feria de comida, de inmediato una cola para pagar y otra para retirar la
comida, otra cola para dejar la bandeja y otra cola para ir al baño, salimos de
allí no sin antes hacer la cola para pagar el tickets del estacionamiento y
otra cola más para salir, cuando de pronto había una cola que estaba caminando rápido,
y me dispuse a ver qué pasaba y era que estaban vendiendo papel sanitarios, como
pude me bajé de mi carro y corrí hacia la cola, para pagar por un paquete de 4
rollos de papel sanitario que tenía una cola como de 50 personas.
Salimos de allí,
y nos disponíamos a ir a nuestro hogar y pasando por la circunvalación dos, por
los lados de amparo mi vehículo prendió la luz de reserva de gasolina, no me
quedó otra que hacer la cola en la estación de servicio por media hora para que
me colocaran 3 bolívares de gasolina.
Cuando logre
salir de la estación de servicio, mis bellos hijos me preguntaron que para dónde
íbamos, y yo les respondí, a nuestra casa, ellos se miraron y gritaron de
alegría, de verdad me quedé mirándolos con extrañeza, porque nunca los vi tan
felices por ir a la casa, cuando de pronto me dijeron: gracias papi por
llevarnos a la casa, ya Maracaibo no se puede andar, de ahora en adelante lo
vamos a llamar COLACAIBO, porque pasamos todos juntos, el día completo de cola
en cola.
De allí me traje
el título de este escrito.
Janer Rangel
Escribidor
rangel.janer@gmail.com
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