Carta abierta a los magistrados y militares
Sres. Magistrados de la República de Venezuela.
Ustedes esconden la ignominia tras sus coloreadas togas mientras inclinan su cabeza tocada de birrete ante el degenerado que, por desgracia, rige los destinos de esta Nación.
Ustedes son culpables de Traición a la Patria, algo que nadie mejor que unos Magistrados sin duda conoce.
El día de mañana, los ignorantes supinos de un barrio cualquiera, podrán esgrimir en su defensa el no saber.
El funcionario público de poca monta tendrá en su defensa, quizás, el sagrado derecho de llevar el pan a su familia.
El comerciante inescrupuloso que ha mercado con el tesoro nacional dirá: yo soy un hombre de negocios y donde me dan, agarro.
El idealista de buena fe, (quizás el menos culpable), será perdonado por obrar de buena fe.
Y así muchos estamentos de la Nación podrán ser perdonados, pero ni ustedes ni los militares que han permitido la destrucción de Venezuela, lo serán.
¡porque ustedes conocen bien a fondo el daño irreversible que le están causando a las generaciones futuras!
!No lloren ni emplores perdón mañana!
¡No digan que no sabían porque hasta para un ciego salta a la vista, valga la frase, que el Presidente está loco de remate y además de loco, es drogadicto declarado y por enden no debía ostentar ese cargo.
Ustedes junto a los militares aplauden la violación de la Constitución.
Ustedes junto a los militares son culpables de los miles de muertos que provoca la inseguridad en el país.
Ustedes junto a los militares son culpables de las necesidades del pueblo.
Ustedes junto a los militares ayudan al loco a pisotear la Dignidad de un país que no se merece que le causen tanto daño.
Si entre ustedes hubiera sólo media docena que tuviera lo que tienen los hombres, al menos se pararían ante una cámara a denunciar la burla y el atropello a las que, en nombre de una revolución de pacotilla, se roba, se mata, se violan los derechos humanos...
No les pido que renuncien porque no basta una renuncia para lavar sus culpas.
No les digo más que: ¡aténganse al mañana!
Reflexionen en sus hogares y cuando se sienten a la mesa con su familia y piensen que hay una gran familia, El Pueblo de Venezuela, a la que están traicionando, hagan lo que tienen que hacer y la Patria se los agradecerá.
Sin más, aunque verdaderamente falta mucho por decir:
Ustedes esconden la ignominia tras sus coloreadas togas mientras inclinan su cabeza tocada de birrete ante el degenerado que, por desgracia, rige los destinos de esta Nación.
Ustedes son culpables de Traición a la Patria, algo que nadie mejor que unos Magistrados sin duda conoce.
El día de mañana, los ignorantes supinos de un barrio cualquiera, podrán esgrimir en su defensa el no saber.
El funcionario público de poca monta tendrá en su defensa, quizás, el sagrado derecho de llevar el pan a su familia.
El comerciante inescrupuloso que ha mercado con el tesoro nacional dirá: yo soy un hombre de negocios y donde me dan, agarro.
El idealista de buena fe, (quizás el menos culpable), será perdonado por obrar de buena fe.
Y así muchos estamentos de la Nación podrán ser perdonados, pero ni ustedes ni los militares que han permitido la destrucción de Venezuela, lo serán.
¡porque ustedes conocen bien a fondo el daño irreversible que le están causando a las generaciones futuras!
!No lloren ni emplores perdón mañana!
¡No digan que no sabían porque hasta para un ciego salta a la vista, valga la frase, que el Presidente está loco de remate y además de loco, es drogadicto declarado y por enden no debía ostentar ese cargo.
Ustedes junto a los militares aplauden la violación de la Constitución.
Ustedes junto a los militares son culpables de los miles de muertos que provoca la inseguridad en el país.
Ustedes junto a los militares son culpables de las necesidades del pueblo.
Ustedes junto a los militares ayudan al loco a pisotear la Dignidad de un país que no se merece que le causen tanto daño.
Si entre ustedes hubiera sólo media docena que tuviera lo que tienen los hombres, al menos se pararían ante una cámara a denunciar la burla y el atropello a las que, en nombre de una revolución de pacotilla, se roba, se mata, se violan los derechos humanos...
No les pido que renuncien porque no basta una renuncia para lavar sus culpas.
No les digo más que: ¡aténganse al mañana!
Reflexionen en sus hogares y cuando se sienten a la mesa con su familia y piensen que hay una gran familia, El Pueblo de Venezuela, a la que están traicionando, hagan lo que tienen que hacer y la Patria se los agradecerá.
Sin más, aunque verdaderamente falta mucho por decir:
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